San Marcelino José Benito Champagnat Chirat, fundador de la Congregación de los Hermanos Maristas o los Hermanitos de María, entrega su vida a la educación de los jóvenes pobres que desconocían a su Padre Celestial, fundando a los hermanitos de María, hermanos religiosos quienes al no ser sacerdotes entregan su vida por completo a la educación de niños y jóvenes para que amen y conozcan a su Santísima Madre y a su Padre Dios.
Ver másEn Roma, en el cementerio de Balbina, en la Vía Ardeatina, santos Marcos y Marceliano, gemelos, mártires en la persecución bajo el emperador Diocleciano, a los que hermanó el sufrimiento (c. 304).
Celebran hoy: Marce, Marcelino.
Ver másSantos mártires Marcelino, presbítero, y Pedro, exorcista, de los cuales el papa san Dámaso cuenta que, en la persecución bajo Diocleciano, fueron condenados a muerte, y conducidos al lugar del suplicio, que estaba lleno de zarzales, después de obligarles a cavar su propia tumba fueron degollados y enterrados, para que no quedase su sepultura, pero, más tarde, una piadosa mujer llamada Lucila trasladó sus restos a Roma, en la vía Labicana, en el cementerio llamado «ad Duas Lauros» (c. 304).
Ver másEn Cartago, en África, san Marcelino, mártir, que siendo alto funcionario imperial muy relacionado con los santos Agustín y Jerónimo, se le acusó de ser partidario del usurpador Heraclión y, aún siendo inocente, por defender la fe católica fue asesinado por los herejes donatistas.
En Embrún, en la Galia, san Marcelino, primer obispo de esta ciudad, el cual, oriundo de África, convirtió a la fe de Cristo la mayor parte de la población de los Alpes Marítimos, siendo ordenado obispo por san Eusebio de Vercelli.
En el territorio de Cori, a treinta miliarios de la ciudad de Roma, santos Argeo, Narciso y Marcelino, mártires (s. IV).
En la ciudad de Ancona, en el Piceno (hoy Italia), san Marcelino, obispo, que, según escribió el papa san Gregorio I Magno, por gracia de Dios libró a la ciudad de un incendio (s. VI).
Mártir de la persecución religiosa en España entre 1934 y 1937. Beatificado junto con otros 497 mártires el 28 de octubre de 2007 en Roma.
En Apamea, en Siria, san Marcelo, obispo y mártir, que, por haber destruido un templo de Júpiter, murió a manos de los enfurecidos gentiles (c. 390).
En el lugar de Mauthausen, en Austria, beato Marcelo Callo, mártir, que siendo un joven oriundo de la región de Rennes, en Francia, durante la guerra confortaba en la fe, con cristiano ardor, a los compañeros de cautiverio, que se hallaban agotados por los duros trabajos, y por este motivo se le hizo morir en un campo de exterminio.