San Romualdo, anacoreta y padre de los monjes Camaldulenses, quien, nacido en Rávena, deseoso de la vida y disciplina eremítica viajó por Italia durante varios años, fundando pequeños monasterios y promoviendo la vida evangélica entre los monjes, hasta que terminó sus trabajos en el monasterio de Valdicastro, en el Piceno.
Celebran hoy: Romualdo.
Ver másSanto ermitaño que redujo su espacio vital a la peana de una columna.
Celebran hoy: Rubén, Rubn.
Ver másEn Salzburgo, en Baviera, san Ruperto, obispo, que siendo originario de la región de Worms, a petición del duque Teodon se dirigió a Baviera y en la antigua ciudad de Juvavum edificó una iglesia y un monasterio, donde estuvo al frente como obispo y como abad, y desde allí difundió la fe cristiana (c. 718).
Celebran hoy: Ruperto.
Ver másFue uno de los santos más influyentes y significativos del anacoretismo en Oriente. Nace en el año 439 en Mutalasca (Turquía). Es admitido en el monasterio de Flaviano donde recibe educación. Al tener edad, pide la admisión en el monasterio con dieciocho años. Con el permiso de su abad, en el 457, marcha a los Santos Lugares y conoce los desiertos de Palestina. Pasa el invierno en el monasterio de Pasarion. Se consolida en él el amor al silencio y a la austeridad y por ello pasa al monasterio de Eutimio, próximo a Jerusalén, y luego a otro dirigido por Teoctisto donde hay una estricta observancia y disciplina. Su vida cobra verdadera dimensión de anacoreta en el apartamiento de todo y de todos en su gruta. Allí consume el tiempo con la oración abundante, la penitencia recia y el trabajo de hacer cestillos. Acuden a él fieles de todas partes; con frecuencia, también presbíteros y obispos. Corre por el mundo cristiano el nombre de Sabas. El Patriarca de Jerusalén lo nombra exarca de todos los monjes, eremitas y anacoretas del desierto. Muere tal día como hoy en el año 532.
Ver másConmemoración de san Samuel, profeta, quien llamado por Dios, siendo aún niño, fue después juez en Israel y, por mandato divino, ungió a Saúl como rey de su pueblo, pero rechazado éste por su falta de fidelidad, confirió también la unción real a David, de cuya descendencia había de nacer Cristo.
Celebran hoy: Sam, Samu, Samuel.
Ver másSoldado del Imperio Romano que fue martirizado en Roma por preferir la milicia de Cristo a la del emperador. Fue condenado a ser acribillado a flechas, pero sobrevivió. Al volver a dar testimonio de su fe, fue azotado hasta la muerte.
Celebran hoy: Bastián, Seba, Sebastià, Sebastián.
Ver másSon escasos los datos históricos que nos han llegado de este santo obispo. Vivió en la provincia romana tarraconense y se le sitúa en Barcelona hacia el año 300. Durante las persecuciones de Diocleciano, San Severo es elegido obispo de Barcelona, pero debe huir ante la persecución. No obstante, es capturado junto con otros sacerdotes y son hechos mártires en lo que hoy es San Cugat.
Celebran hoy: Severo.
Ver másJunto a Fabriano, en el Piceno, de Italia, san Silvestre Gozzolini, abad, que habiendo calado hasta el fondo la vanidad de todas las cosas del mundo, a la vista de la sepultura abierta de un amigo, fallecido poco antes, se fue al eremo, cambiando varias veces de sitio para permanecer más oculto a los hombres, y por fin, en el desierto, junto al monte Fano, trazó las bases de la Congregación de los Silvestrinos, bajo la Regla de san Benito.
Ver másSan Silvestre I, papa, que piadosamente rigió la Iglesia durante muchos años, tiempo en el cual Constantino Augusto construyó basílicas venerables, y en el Concilio Niceno aclamó a Cristo como Hijo de Dios. En este día su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Priscila.
Celebran hoy: Silvestre.
Ver másCerca de Antioquía, en Siria, san Simeón, monje, que durante muchos años vivió sobre una columna, por lo que recibió el sobrenombre de "Estilita", y cuya vida y trato con todos fueron admirables.
Ver másFiesta de los santos Simón y Judas, apóstoles, el primero apellidado Cananeo o Zelotas, y el segundo, hijo de Jacob, llamado también Tadeo, y que en la última cena preguntó al Señor acerca de su manifestación, recibiendo esta respuesta: El que me ame, observará mi palabra, y el Padre mío le amará, y vendremos a él y haremos nuestra mansión en él.
Celebran hoy: Simón.
Ver másEn Burdeos, en Gascuña, san Simón Stock, presbítero, que primero fue ermitaño en Inglaterra y después ingresó en la Orden de los Carmelitas, la cual rigió admirablemente, siendo célebre por su devoción singular a la Virgen María.
Ver másEn Roma, en la vía Apia, en el cementerio de Calixto, martirio de san Sixto II, papa, y de sus compañeros.
Celebran hoy: Sixto.
Ver másPapa de origen británico que combatió las herejías pelagiana y nestoriana en el siglo quinto.
Ver másEn Roma, san Sotero, papa, del que san Dionisio de Corinto alaba su egregia caridad hacia los hermanos y a los extranjeros necesitados y oprimidos por la necesidad o condenados a las minas.
Celebran hoy: Sotero.
Ver másEs uno de los santos medievales más populares, cuya figura se agrandó por el juego de la fábula y cuyos milagros verdaderos o menos contribuyeron a meterlo en las entrañas del pueblo.
Celebran hoy: Telmo.
Ver másEn Amasea, en el Helesponto, pasión de san Teodoro, soldado, que bajo el emperador Maximiano, por confesar abiertamente su fe cristiana, fue terriblemente azotado, recluido en la cárcel y finalmente quemado vivo. San Gregorio de Nisa cantó las alabanzas de este santo, en uno de sus discursos.
Ver másMemoria de los santos Timoteo y Tito, obispos y discípulos del apóstol san Pablo, que le ayudaron en su ministerio y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. Les fueron dirigidas cartas por su maestro que contienen sabias advertencias para los pastores, en vista de la formación de los fieles (s. I).
Celebran hoy: Tim, Timoteo, Timothy.
Ver másMemoria de los santos Timoteo y Tito, obispos y discípulos del apóstol san Pablo, que le ayudaron en su ministerio y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. Les fueron dirigidas cartas por su maestro que contienen sabias advertencias para los pastores, en vista de la formación de los fieles (s. I).
Celebran hoy: Tito.
Ver másNace en Burdeos (Francia) en el siglo VIII, en tiempos en que la invasión musulmana de la península traspasa los Pirineos y llega hasta Poitiers. El joven Urbicio y su madre son apresados en una de estas correrías militares. La madre muere en el cautiverio mientras Urbicio es convertido en esclavo. Sirve a sus amos con honradez y humildad, esperando la pronta libertad, pidiendo la intercesión de los niños santos de Alcalá, los santos Justo y Pastor. Su libertad, cuando llega, la atribuye a la intercesión de estos santos de los que se siente deudor. Programa y realiza un viaje de agradecimiento a Alcalá y, viendo allí los peligros de profanación a que están expuestas las reliquias, las roba y lleva consigo a Burdeos. La última fase de su vida la pasa en Huesca, retirado en oración, pobreza y penitencia. Muere en el año 802.
Celebran hoy: Urbicio.
Ver másEn Roma, en la vía Flaminia, cerca del puente Milvio, san Valentín, mártir. Patrono de los enamorados.
Celebran hoy: Vale, Valen, Valenti, Valentín, Valentina.
Ver másSan Vicente Ferrer, presbítero de la Orden de Predicadores, que, de origen español, recorrió incansablemente ciudades y caminos de Occidente, solícito por la paz y la unidad de la Iglesia, predicando a pueblos innumerables el Evangelio de la penitencia y la venida del Señor, hasta que en Vannes, de la Bretaña Menor, en Francia, entregó su espíritu a Dios.
Celebran hoy: Vicenç, Vicente, Vincent.
Ver másSan Vicente, diácono de Zaragoza y mártir, que durante la persecución bajo el emperador Diocleciano hubo de sufrir cárcel, hambre, potro, láminas candentes, hasta que, en Valencia, en la Hispania Cartaginense (hoy España), voló al cielo a recoger el premio del martirio.
Ver másMemoria de san Vicente Paúl, presbítero, que lleno de espíritu sacerdotal y entregado en París al servicio de los pobres, veía el rostro del Señor en cada persona doliente. Fundó la Congregación de la Misión (Paúles), al modo de la primitiva Iglesia, para formar santamente al clero y subvenir a los necesitados, y con la cooperación de santa Luisa de Marillac, fundó también la Congregación de Hijas de la Caridad.
Ver másEn Roma, san Víctor I, papa, africano de nacimiento, que fijó para todas las Iglesias la celebración de la fiesta de Pascua en el domingo que sigue inmediatamente a la Pascua judía (c. 200).
Ver másSan Wenceslao o Venceslao, mártir, duque de Bohemia, que, educado por su abuela santa Ludmila en sabiduría divina y humana, fue severo consigo, pacífico en la administración del reino y misericordioso para con los pobres, redimiendo para ser bautizados a esclavos paganos que estaban en Praga para ser vendidos. Después de sufrir muchas dificultades en gobernar a sus súbditos y formarles en la fe, traicionado por su hermano Boleslao fue asesinado por sicarios en la iglesia de Stara Boleslav, en Bohemia (929/935).
Celebran hoy: Wenceslao.
Ver másZacarías, padre de San Juan Bautista, era sacerdote en el templo de Jerusalén. Tras la aparición del arcángel Gabriel, perderá el habla por su débil fe hasta que menciona el nombre de su futuro hijo: Juan (el bautista).
Celebran hoy: Za, Zaca, Zacarías, Zach.
Ver másEn Siracusa, de Sicilia, san Zósimo, obispo, que fue primero humilde custodio del sepulcro de santa Lucía y después abad del monasterio de ese lugar (c. 600).
Ver másSolemnidad de la Asunción de la bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, acabado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue definida solemnemente por el papa Pío XII en 1950. Celebran hoy su santo las Asunción, Alba, Paloma, María, Azucena, Estrella, Reyes, Mar, etc.
Celebran hoy: Ainhoa, Bego, Begoña, Begotxu, Benalmádena, Dana, Donna, Dulce, Mar, Mari, Maria, María, María Camila, María del Mar, María Gracia, María Jesús, María José, Mariam, Marie, Marieta, Marietta, Marina, Mariona, Maru, Maruja, Marujita, Mary, Mayra, Mireia, Mireya, Míriam, Miryam, Myriam.
Ver másEn Cartago, conmemoración de san Rogaciano, presbítero, que, durante la persecución bajo el emperador Decio, su obispo, san Cipriano, le confió la administración de la Iglesia de Cartago, y junto con san Felicísimo padeció torturas y cárceles por el nombre de Cristo (s. III).
En Pisidia, santos Bianor y Silvano, mártires (s. IV).
En Canne, de la Apulia, san Rogerio, obispo (s. XII).
En Constanza, de Neustria, san Romacario, obispo (s. VI).
En el monte Jura, en la región lugdunense de la Galia, sepultura del abad san Román, que, siguiendo los ejemplos de los antiguos monjes, primero abrazó la vida eremética y después fue padre de numerosos monjes.
En Antioquía, de Siria, san Román, mártir, diácono en Iglesia de Cesarea, que cuando vio, en la persecución bajo el emperador Diocleciano, que los cristianos obedecían sus decretos y se acercaban a las estatuas de los ídolos, les exhortó en público a la resistencia, por lo cual, tras crueles tormentos y cortarle la lengua, fue estrangulado en la cárcel, consumando así su glorioso martirio.
En Auxerre, de Neustria, san Román, obispo (c. 564).
En Rouen, de Neustria, san Román, obispo, que abatió los símbolos de los paganos que eran aún venerados en su ciudad, convenció a los buenos a mejorar y a los malos a abandonar su modo de actuar.
En el lugar de Blaye, en el territorio de Burdeos, en Aquitania, san Romano, presbítero.
En Constantinopla, san Romano, diácono, que fue apellidado Melodo por su sublime pericia artística en componer himnos eclesiásticos en honor del Señor y de los santos (c. 500).
En el monte Vósego (hoy Remiremont), en Burgundia, san Romarico, abad, el cual, siendo noble del rey Teudeberto, se retiró al monasterio de Luxueil y después fundó un cenobio en una propiedad suya, que el mismo dirigió.
En Nochistlán, en el territorio de Guadalajara, en México, san Romás Adame, presbítero y mártir, que en la persecución contra la Iglesia fue martirizado por confesar a Cristo Rey (1927).
En la ciudad de Bourges, en Aquitania, san Rómulo, presbítero y abad (s. V).
En Fiésole, en la Toscana, san Rómulo, diácono, a quien esta ciudad celebra como su primer mártir (s. inc.).
En Matuta (hoy Sanremo), en la costa de la Liguria, san Rómulo, obispo de Génova, que, lleno de ardor apostólico, murió durante una visita pastoral (s. V).
En Bretaña Menor, san Ronón (Ronan, Ronano), obispo, el cual, oriundo de Hibernia (hoy Irlanda), vivió como solitario en los bosques de la región (c. s. VIII).
Unos de los primeros mártires suramericanos. Fueron asesinados por los indios en 1628, y canonizados por el Papa Juan Pablo II.
En Celanova, de Galicia, en España, san Rosendo, antes obispo de Dumio, que cuidó de promover o instaurar la vida monástica en la misma región y, habiendo renunciado a la función episcopal, tomó el hábito monástico en el monasterio de Celanova, que después presidió como abad.
En Pavía, de la Lombardía, san Rotobaldo, obispo, varón ejemplar por su abstinencia, que se distinguió por su interés hacia el culto divino y las reliquias de los santos.
En la ciudad de Forlimpopoli, en la Emilia, san Rufilo, obispo, que parece haber sido el primero que gobernó esta Iglesia, desde la que ganó para Cristo a la gente de los alrededores (s. V).
En Asís, de la Umbría, san Rufino, a quien se considera primer obispo de aquella ciudad y mártir (c. s. IV).
En Soissons, en la Galia Bélgica, san Valerio y san Rufino, mártires (s. IV).
En Aviñón, de la Provenza, san Rufo, considerado como el primero que estuvo al frente de la comunidad cristiana de esta ciudad (s. IV).
En Capua, de la Campania, san Rufo, mártir (s. III/IV).
Conmemoración de san Rufo, de quien el bienaventurado apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, dice que fue un elegido del Señor (s. I).
En Malinas, de Brabante, san Rumoldo, que es venerado como eremita y mártir.
En Bingen, en Austrasia, junto al Rin y cerca de Maguncia, san Ruperto, duque, que, cuando era aún muy joven, peregrinó a Roma para visitar las tumbas de los apóstoles y, al regreso a sus tierras, erigió varias iglesias. Salió al encuentro del Señor recién cumplidos los diecinueve años (s. VIII).
En Auvernia, de Aquitania (hoy Francia), san Rústico, obispo, que, siendo presbítero en la misma ciudad, asumió el obispado con gran aplauso del pueblo (s. V).
En Narbona, en el mediodía de la Galia, san Rústico, obispo, que deseoso de deponer su función para retirarse a una vida de silencio, fue convencido por el papa san León I Magno a la perseverancia y, confortado así, permaneció en el cargo y en el trabajo que se le había confiado (c. 461).
En África, conmemoración de san Rutilio, mártir. Durante mucho tiempo escapó de la persecución, huyendo de un lugar a otro y, a veces, salvándose del peligro por dinero, pero, arrestado finalmente de improviso y presentado al presidente, fue torturado con grandes suplicios y arrojado por fin al fuego, recibiendo la corona de un glorioso martirio (c. 212).
En Roma, en el monasterio de San Cesareo, san Sabas, monje, llamado el Joven, que junto con su hermano san Macario difundió la vida cenobítica por Calabria y Lucania, en tiempo de la devastación causada por los sarracenos.
En Capadocia, san Sabas Godo, mártir, que durante la persecución contra los cristianos bajo Atanarico, rey de los godos, por haber rechazado tres días después de la celebración de la Pascua los alimentos inmolados a los ídolos, tras crueles tormentos fue arrojado a un río.
En la región de Troyes, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Sabiniano, mártir (s. III).
En Spoleto, de la Umbría, san Sabino, que es venerado como obispo y mártir (c. 300).
En la región de Bigorre (Saint-Savin-de-Lavedan), a los pies de los montes Pirineos, san Sabino, eremita, que ilustró la vida monástica en Aquitania (s. V).
Santos Sabino y Cipriano, mártires, Brescia, s. V.
En Hermópolis, en Egipto, san Sabino, mártir, que después de varios suplicios terminó siendo arrojado al río (s. IV).
En Canosa, de la Apulia, san Sabino, obispo, que fue amigo de san Benito y legado de la Sede Romana en Constantinopla, para defender la fe auténtica ante la herejía monofisita (c. 566).
En Limoges, en Aquitania, san Sacerdote, obispo, que fue monje y abad, y más tarde obispo, pero al final de su vida quiso de nuevo volver a la vida monástica (s. VIII).
En París, de la Galia, tránsito de san Sacerdote, obispo de Lyon, que vivió en el amor y temor de Dios, muriendo en aquella ciudad durante un concilio.
En Beth Lapat, en el reino de los persas, pasión de los santos Sadoth, obispo de Seleucia, junto con ciento veintiocho compañeros mártires, presbíteros, clérigos y vírgenes consagradas, que, rechazando adorar el sol, fueron apresados y, después de crueles tormentos, sufrieron la muerte por sentencia real.
En Laodicea, de Frigia, san Ságar, obispo y mártir, que padeció en tiempo de Servilio Paulo, procónsul de Asia, (c. 170).
En Bretaña Menor, san Salomón, mártir, que mientras fue rey instituyó sedes episcopales, amplió los monasterios y conservó la justicia, pero al renunciar a su cargo fue cegado y muerto por sus enemigos en la Iglesia.
En Ginebra, entre los helvecios (hoy Suiza), san Salonio, obispo, y antes monje en la isla de Lérins, que durante su obispado afirmó la doctrina del papa san León Magno y explicó en sentido místico las Sagradas Escrituras (post 450).
En Cagliari, en Cerdeña, san Salvador de Horta Grionesos, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que para la salvación de cuerpos y almas se hizo humilde instrumento de Cristo.
En África, san Salvio, mártir, del que habló san Agustín ante el pueblo de Cartago en el aniversario de su muerte (c. s. III).
En Albi, de Aquitania (hoy Francia), san Salvio, obispo, que, procedente de la vida claustral, fue promovido a la sede a su pesar y, al declararse una fuerte epidemia, como buen pastor no quiso ausentarse de su ciudad.
En Amiens, de Neustria, en la Galia, san Salvio, obispo, dedicado a las ciencias divinas desde su juventud y adornado por la integridad de costumbres (c. 625).
En Valenciennes, en Austrasia, santos Salvio, obispo, y su discípulo, que llegaron a esta región procedentes de Arvernia, y que fueron asesinados bajo Winegardo, señor del lugar (s. VIII).
En Edesa, de la región de Osrhoena, santos mártires Gurias, asceta, y Samona, que, bajo el imperio de Diocleciano, después de prolongados y crueles tormentos fueron condenados a muerte por el prefecto Misiano y degollados.
En Córdoba, en la Hispania Bética, san Sandalio, mártir (c. s. IV).
En Constantinopla, san Sansón, presbítero, amigo de los pobres, que habiendo sanado de una enfermedad al emperador Justiniano, logró que éste levantase un hospital.
En Dol, ciudad de la Bretaña Menor, san Sansón, abad y obispo, que propagó en Domnonia el Evangelio y la disciplina monástica, que había aprendido en Gales del abad san Iltudo (c. 565).
En Verdún, también en la Galia, san Santino, obispo, que, según se cree, fue el primero en predicar el Evangelio en esta ciudad (s. IV).
San Sarbelio (José) Makhluf, presbítero de la Orden de los Maronitas Libaneses, que, por amor a la soledad y para alcanzar la más alta perfección, dejó el cenobio de Annaya, en el Líbano, y se retiró al desierto, en el que sirvió a Dios día y noche, viviendo con gran austeridad, ayunando y orando.
En la ciudad de Edessa, en Osroene (hoy Turquía), santos mártires Sarbelio, presbítero, y Bebaia, su hermana, que, bautizados por el santo obispo Barsimeo, por Cristo padecieron el martirio (c. 250).
Conmemoración de san Sármata, abad en la Tebaida, que, siendo discípulo de san Antonio, recibió la muerte a manos de los sarracenos.
En Milán, de la Liguria, sepultura de san Sátiro, cuyos insignes méritos relata su hermano san Ambrosio de Milán. Cuando aún no estaba iniciado en los misterios cristianos, sufrió un naufragio sin temor a la muerte, pero, salvado de las aguas, entró en la Iglesia de Dios para no morir con las manos vacías. Unido en íntima y mutua fraternidad a su hermano Ambrosio, fue enterrado por el obispo de Milán junto al mártir san Víctor de Milán.
En Numancia, en la Hispania Cartaginense, san Saturio, eremita.
En Roma, en el cementerio de Trasón, en la vía Salaria Nueva, san Saturnino de Cartago, mártir, quien, según refiere el papa san Dámaso, bajo el emperador Decio, por confesar a Cristo, en su misma patria fue atormentado en el potro y, expatriado a Roma, después de superar otros atroces tormentos, convirtió a la fe al tirano Graciano y alcanzó, decapitado, la corona del martirio.
En Cartago, ciudad de África, conmemoración de los santos mártires de Abitinia, que durante la persecución bajo el emperador Diocleciano, por haberse reunido para celebrar la eucaristía dominical en contra de lo establecido por la autoridad, fueron apresados por los magistrados de la colonia y los soldados de guardia. Conducidos a Cartago e interrogados por el procónsul Anulino, a pesar de los tormentos confesaron su fe cristiana y la imposibilidad de renunciar a la celebración del sacrificio del Señor, derramando su sangre en lugares y momentos distintos.
Conmemoración de San Armogastes, San Arquinimo y San Saturno, mártires, que en África, en tiempo de la persecución desencadenada por los vándalos bajo el rey arriano Genserico, sufrieron graves suplicios y oprobios por la confesión de la verdad (c. 462).
En Nüremberg, en la Franconia, de Alemania, san Sebaldo, eremita (s. IX/X).
En Seúl, de Corea, pasión de los santos Sebastián Nam I-gwan y ocho compañeros mártires, degollados por su fe cristiana después de sufrir crueles tormentos. Se conmemoran también las santas mártires Lucía Kim, Catalina Yi, viuda, y su hija Magdalena Cho, virgen, las cuales, encarceladas por su fe en Cristo, murieron también a causa de cruel suplicio en día incierto de este mes. Sus nombres: santos Ignacio Kim Che-jun, Carlos Cho Shin-ch’ol; Columba Kim Hyoim, virgen; Magdalena Pak Pong-son y Perpetua Hong Kum-ju, viudas; Julita Kim, Águeda Chon Kyong-hyob y Magdalena Ho Kye-im.
En Londres, en Inglaterra, conmemoración de san Sebbo, que, siendo rey de los sajones orientales, muy devoto del Señor, dejó el reinado y quiso morir con el hábito monacal, que largo tiempo había deseado (c. 693).
En el monasterio de Cestre (hoy Saint-Seine-l’Abbaye), en el territorio de Langres, también en la Galia, san Secuano, presbítero y abad (s. VI).
En Apulia, san Secundino, obispo (s. V/VI).
En Córdoba, en la Hispania Bética, san Secundino, mártir (s. IV).
En la vía Prenestina, a treinta miliarios de Roma, san Secundino, mártir (s. inc).
En Mauritania, san Secúndulo, mártir, que padeció por la fe de Cristo (s. inc.).
En Agaune, en la Recia, sepultura de san Segismundo, rey de los burgundios, el cual, convertido de la herejía arriana a la fe católica, en ese lugar instituyó una comunidad que debía dedicarse sin interrupción a la salmodia ante los sepulcros de los mártires y expió con penitencia, lágrimas y ayunos un crimen que había perpetrado. Más tarde, y en la región de Orleans, fue arrojado a un pozo por sus enemigos.
En Asti, en la región transpadana, san Segundo, mártir (s. inc).
En Albano, del Lacio, en Italia, san Senador, mártir (s. III/IV).
En Milán, de la provincia de Liguria, san Senador, obispo, a quien el papa san León Magno había enviado como legado a Constantinopla cuando era aún presbítero (c. 480).
En la isla Cathaig (hoy Scattery), en Hibernia (hoy Irlanda), san Senano, abad (s. VI).
En Avranches, en el límite de la Bretaña Menor, san Senario, obispo (s. VI).
En Roma, en el cementerio de Ponciano, en la vía Portuense, santos Abdón y Senén, mártires (c. s. III).
En la región de Tours, en Neustria, san Senoco, presbítero, que construyó un monasterio en unas antiguas ruinas, mostrándose asiduo a las vigilias, a la oración y a la caridad hacia los siervos.
En Ascoli, ciudad del Piceno, en Italia, san Serafín de Monte Granario (Félix) de Nicola, religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que se distinguió por su humildad, pobreza y piedad.
En Argel, de África septentrional, san Serapión, de la Orden de Nuestra Señora de las Mercedes, de la cual fue el primero que, para la redención de los fieles cautivos y predicación en fe cristiana, mereció la palma del martirio.
En Alejandría, en Egipto, conmemoración de san Serapión, mártir, quien, en tiempo del emperador Decio, fue víctima de atroces tormentos y, después de descoyuntarle todos los miembros, precipitado desde lo alto de su propia casa (c. 248).
Conmemoración de san Serapión, obispo de Antioquía, célebre por su erudición y doctrina, que dejó gran fama de santidad (c. 211).
En Egipto, san Serapión, anacoreta (s. inc.).
En Marsella, en la Provenza, de la Galia, san Sereno, obispo. Cuando el papa san Gregorio I Magno envió a san Agustín y sus compañeros a evangelizar Inglaterra, les dio hospitalidad, y mientras se dirigía a Roma, descansó piadosamente en el Señor en Biandrate, cerca de Vercelli.
En Betsaloe, de la provincia de Augusta Eufratesia, en Siria, santos Sergio y Baco, mártires (s. III/IV).
En el monasterio de la Santísima Trinidad, en la región de Moscú, en Rusia, san Sergio de Radonez, que, elegido como hegúmeno o abad, propagó la vida eremítica y cenobítica que él había practicado primero, y hombre de carácter afable, fue consejero de príncipes y consolador de fieles cristianos.
En Roma, en la basílica de San Pedro, sepultura del papa san Sergio I, de origen sirio, que trabajó en favor de la evangelización de Sajonia y de Frisia, y buscando el arreglo de disensiones y litigios, prefirió la muerte a consentir los errores.
Conmemoración de san Serrano o Serano, obispo.
En Maastrich, junto al Mosa, en la Galia Bélgica, san Servacio, obispo de Tongres, quien defendió con tenacidad la fe ortodoxa nicena acerca de la naturaleza de Cristo en controversias suscitadas en varios concilios (c. 384).
En Roma, conmemoración de san Sérvulo, el cual, paralítico desde la primera infancia, recostado en un pórtico, cerca de la iglesia de san Clemente, daba siempre gracias a Dios en el dolor, como escribe san Gregorio I Magno, y lo que recogía en limosnas lo daba a los pobres (c. 590).
En Trieste, en la península de Istria, san Sérvulo, mártir (s. in.).
En Pavía, de la provincia de Liguria, conmemoración de san Severino Boecio, mártir, insigne por su ciencia y sus escritos, que estando encarcelado compuso un tratado sobre la consolación de la filosofía y sirvió a Dios con fidelidad hasta la muerte que le infligió el rey Teodorico.
En Burdeos, de Aquitania, san Severino, obispo, que, originario de las regiones de Oriente, fue recibido calurosamente por san Amando, que le quiso como su sucesor (s. V).
En la ciudad de Colonia, en Germania, conmemoración de san Severino, obispo, digno de alabanza por sus virtudes.
En Septempeda, de la región del Piceno, en Italia, san Severino, obispo, que dio su nombre a la ciudad episcopal (s. in.).
En Tívoli, en el Lacio, san Severino, monje (c. s. VI).
En Chateâu-Laudon, en la Galia, san Severino, abad del monasterio de Agaune (s. VI).
En Agde, en la Galia Narbonense, san Severo, abad del monasterio que él mismo fundó en esta ciudad (s. V).
En Aquitania, san Severo, presbítero, que empleó sus bienes en la fundación de iglesias y en el servicio a los pobres (c. 500).
En Bizia (hoy Wiza), en Tracia, san Severo, mártir en tiempo de los emperadores Diocleciano y Maximiano, que, según cuenta la tradición, convirtió al centurión san Memnón y fue martirizado después de él (c. 304).
En Catania, de Sicilia, san Severo, obispo.
En Nápoles, de la Campania, san Severo, obispo, al que san Ambrosio amó como a un hermano y su Iglesia como a un padre (c. 409).
En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Severo, obispo, que, discípulo de san Lupo de Troyes, acompañó a san Germán de Auxerre a Bretaña para extirpar la herejía de Pelagio, y también predicó el Evangelio entre los germanos (s. V).
En el valle de Interocrina, de la provincia de Valeria, en Italia, san Severo, presbítero, recordado por el papa san Gregorio I Magno (s. VI).
En Vienne, en la Galia Lugdunense, san Severo, presbítero. (c. s. V)
En Ravena, en la región de Flaminia, san Severo, obispo (p. 342).
En Niza, en la Provenza, san Siagrio, obispo, que edificó un monasterio sobre el sepulcro de san Poncio.
En Autun, de Burgundia (hoy Borgoña, en Francia), san Siagrio, obispo, cuya ciencia y celo brillaron en los concilios donde intervino (599/600).
En Mariëngaarde, en Frisia, san Siardo, abad, de la Orden Premonstratense, notable por su observancia regular y por su prodigalidad para con los pobres.
En Auvernia, en Aquitania, san Sidonio Apolinar. Era prefecto de la ciudad de Roma cuando fue ordenado obispo de Clermont, y muy bien formado en lo divino y lo humano, y dueño de gran fortaleza cristiana, se enfrentó a la ferocidad de los bárbaros, como padre de la Iglesia y doctor insigne (c. 479).
En Rouen, de Neustria, san Sidonio, abad, oriundo de Irlanda, que hizo vida monástica primero en Jumièges, después en el monasterio de Herio, en la isla de Noirmoutier, bajo la dirección de san Filiberto, y finalmente en el monasterio de Saint-Saens por él fundado (c. 684).
San Sidronio, mártir, Sens, s. III.
En Carpentras, de la Provenza, san Sifrido, obispo.
En Metz, ciudad de Austrasia, san Sigebaldo, obispo, fundador de diversos monasterios.
En Metz, en Austrasia, el santo rey Sigeberto III, que fundó los monasterios de Stavelot y Malmedy, así como muchos otros, y se distinguió por su liberalidad en hacer limosnas a las iglesias y a los pobres.
En Växjö, en Suecia, san Sigfrido, obispo, que, oriundo de Inglaterra, evangelizó con gran paciencia a aquellas gentes y bautizó a su rey Olaf (c. 1045).
En la región de Bourges, en Aquitania, san Sigiramnio, peregrino y abad de Longoret (s. VII).
En Disentis, en la Recia Superior (hoy Suiza), santos Plácido, mártir, y Sigisberto, abad, este último compañero de san Columbano y fundador del monasterio de San Martín, en Disentis, donde fue el primero que coronó su vida monástica con el martirio (s. VII).
Conmemoración de san Silas, elegido y enviado por los apóstoles con Pablo y Bernabé a las Iglesias de la gentilidad para anunciar el Evangelio, misión en la que, lleno de la gracia de Dios, puso gran empeño (s. I).
En las minas de Feno, en Palestina, donde estaban condenados, san Silvano, obispo de Gaza, y treinta y nueve compañeros, mártires, todos ellos coronados con el martirio durante la misma persecución bajo Diocleciano, al ser decapitados por orden del césar Maximino Daya (c. 304).
En Levroux, en el territorio de Bourges, en Aquitania, san Silvano, eremita (c. s. V).
En Emesa (hoy Homs), en Siria, san Silvano, obispo, que presidió aquella Iglesia durante cuarenta años y, bajo el emperador Maximiano, fue arrojado a las fieras, junto con el diácono Lucas y el lector Mocio, obteniendo así la palma del martirio (c. 235/238).
En la isla de Palmaria, en Italia, tránsito de san Silverio, papa y mártir, el cual, no queriendo rehabilitar a Antimo, obispo herético de Constantinopla depuesto por su predecesor san Agapito, por orden de la emperatriz Teodora fue privado de su sede y enviado al destierro, donde murió desgastado por los sufrimientos.
En Troina, en Sicilia (hoy Italia), san Silvestre, abad, que vivió bajo la disciplina de los santos Padres de Oriente (s. XII).
En Auchy, en la región de Morins, sepultura de san Silvino, obispo (s. VIII).
En Toulouse, en la Galia Narbonense, san Silvio, obispo, que comenzó la construcción de una basílica para acoger dignamente el sepulcro de san Saturnino (c. 400).
En Roma, en la basílica de San Pedro, san Símaco, papa, a quien los cismáticos amargaron la vida y murió como un auténtico confesor de la fe.
En Augsburgo, de Baviera, en Germania, san Simberto, obispo, que antes fue abad de Mürbach (c. 807).
En Jerusalén, conmemoración de san Simeón, obispo y mártir, que, según la tradición, era hijo de Cleofás y pariente del Salvador según la carne. Ordenado obispo de Jerusalén después de Santiago, el pariente del Señor, en la persecución bajo el emperador Trajano fue sometido a varios suplicios hasta que, ya anciano, murió en la cruz.
En el monasterio de San Benito, junto al río Po, en el territorio de Mantua, san Simeón, monje y ermitaño.
En Tréveris, de la Renania, en Lotaringia, san Simeón, el cual, nacido de padre griego en Siracusa, después de llevar vida eremítica en Belén y en la montaña del Sinaí, finalmente se recluyó en la torre de la Puerta Negra de esa ciudad, donde murió.
En el monte Admirable, en Siria, san Simeón Estilita el Joven, presbítero y anacoreta, que vivió sobre una columna en trato íntimo con Cristo, y compuso diversos tratados de temas ascéticos y gozó de carismas espirituales.
En Roma, en el cementerio de Priscila, en la vía Salaria Nueva, san Simetrio, mártir (s. in.).
En Autun, en la Galia Lugdubense, san Simfoniano, mártir, que, mientras era llevado al suplicio, su madre, desde la muralla de la ciudad, le exhortaba con estas palabras: «Hijo, hijo, Simforiano, pon tu pensamiento en Dios vivo. Hoy no se te quita la vida, sino que se te cambia por una mejor» (s. III/IV).
En Nantes, también en la Galia Lugdunense, san Similiano, obispo, a quien san Gregorio de Tours considera como un gran confesor (s. IV).
En el monte Mercurio, en Calabria, san Simón, eremita (s. X).
En Roma, san Simón, monje, antes conde de Crespy, en Francia, que, renunciando a la patria, al matrimonio y a todo, eligió la vida monástica y después la eremítica en las montañas del Jura, y reclamado muchas veces como legado de paz para conciliación entre príncipes, murió finalmente en Roma, siendo sepultado en la Urbe, en la basílica de San Pedro.
En Madrid, en España, san Simón de Rojas, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, para la redención de cautivos, que, acompañando el séquito de la reina de España, nunca viajó en carroza ni percibió sueldo, sino más bien, entre regios fastos, siempre se mostró humilde, pobre, misericordioso hacia los necesitados y fervorosamente devoto para con Dios.
En Hue, de Annam, san Simón Phan Dác Hòa, mártir, el cual, siendo médico, padre de familia y eximio por la caridad, reinando el emperador Minh Mang fue apresado porque había hospedado a unos misioneros, y consumó el martirio con la decapitación después de haber soportado cárceles y flagelación.
En Milán, en la provincia de Liguria, san Simpliciano, obispo, al que san Ambrosio designó como sucesor suyo y san Agustín dedicó grandes elogios.
En Autun, en la Galia Lugdunense, san Simplicio, quien, de noble y devota estirpe, vivió en perfecta castidad con su esposa y fue elegido obispo (c. 375).
En la isla de Cerdeña, san Simplicio, presbítero (s. III/IV).
En Aussonce, en la región de Reims, en Neustria, san Sindulfo, eremita, que escogió la vida solitaria, solamente conocido por Dios (c. 600).
En Sirmio, en Panonia, san Sireno o Sinerio, mártir, de oficio hortelano, que fue denunciado por una mujer a la que había reprochado su lascivia, y por haber declarado ante el juez su condición de cristiano y por negarse a sacrificar a los dioses, fue decapitado (c. 307).
En el cementerio de Priscila, en la vía Salaria Nueva de Roma, san Siricio, papa, a quien alaba san Ambrosio como verdadero maestro, ya que, consciente de su responsabilidad sobre todos los obispos, les dio a conocer los documentos de los Padres, confirmándolos con su autoridad apostólica.
En Génova, en la Liguria, san Siro, venerado como obispo (c. 330).
Cerca de Burgos, en la región de Castilla, en España, san Sisebuto, abad de Cardeña.
En la ciudad de Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Sisenando, diácono y mártir, decapitado por los sarracenos por su fe en Cristo.
En Egipto, san Sísoes, de sobrenombre "Magno", ermitaño, muy célebre por la perfección con que practicó la vida monástica (c. 429).
Cerca de Cenomanum (hoy Le Mans), en Neustria, san Siviardo, abad de Anille (c. 680).
En Reims, de la Galia Bélgica, san Sixto, considerado primer obispo de esta ciudad (s. III).
En Roma, san Sixto I, papa, que en tiempo del emperador Adriano rigió la Iglesia Romana, siendo el sexto tras San Pedro.
En Roma, en la vía Tiburtina, junto a san Lorenzo, sepultura de san Sixto III, papa, que restableció la concordia entre el Patriarcado de Antioquía y el de Alejandría, y en la Ciudad eterna erigió para el pueblo de Dios la basílica de Santa María, en el monte Esquilino.
Conmemoración de san Sofonías, profeta, que en los días de Josías, rey de Judá, anunció la ruina de los impíos en el día de la ira del Señor y robusteció con la esperanza de la salvación a los pobres y menesterosos.
En Jerusalén, san Sofronio, obispo, que tuvo como maestro y amigo a Juan Mosco, con quien visitó diversos lugares monásticos, siendo elegido a la muerte de Modesto para la sede de la Ciudad Santa, en la cual, cuando cayó en manos de los sarracenos, defendió valientemente la fe y la seguridad del pueblo.
En el monasterio de Ellwangen, en Baviera, san Sola, presbítero y eremita.
En Chartres, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Solemne o Solemnio, obispo (ante 511).
San Sosípatro, discípulo. de San Pablo, Berea (Asia Menor), s. I. Habiendo sido enviado por el mismo apóstol San Pablo a predicar el Evangelio a la isla de Córcega, fue después Obispo de Iconio. Vuelto después a Córcega, Cercilino, rey de la isla, madó que fuese atormentado juntamente con siete ladrones, a los cuales había convertido estando en la cárcel; pero mientras los Santos estaban sufriendo, bajó fuego del cielo que consumió a los dos hijos y a la esposa del Rey. En vista del milagro, el Rey invocó al Dios de Sosipatro, y después fue bautizado.
En Misena de Campania, en Italia, san Sosso (antes Sosio), diácono y mártir, quien, al decir del papa san Símaco, deseando proteger de la muerte a su obispo, consiguió también él el martirio con igual precio y gloria (c. 305).
En Pompeyópolis, de Cilicia (hoy Turquía), san Sozonte, mártir (s. inc.).
En Nursia, san Spes, abad, que durante cuarenta años soportó la ceguera con admirable paciencia (c. 517).
En Londres, en Inglaterra, santos mártires Edmundo Gennings, presbítero, y Suintino Wells, los cuales, en tiempo de la cruel persecución durante el reinado de Isabel I, fueron condenados a la pena capital, el primero por ser sacerdote, y el segundo por haberle hospedado, ahorcándoles colgados en la puerta de su casa y martirizándoles hasta la muerte.
En Werda (hoy Kaiserswerth), isla del Rin, en Sajonia, san Suitberto, obispo, quien, monje primeramente en Northumbria, fue compañero de san Willibrordo y, ordenado obispo por san Wifrido, predicó el Evangelio a los bátavos, frisios y otros pueblos de Germania, falleciendo piadosamente en el monasterio que había fundado, siendo ya de anciano.
En Bourges, ciudad de Aquitania (hoy Francia), san Sulpicio, apellidado el Pío, obispo, que habiendo pasado del palacio real al episcopado, su mayor preocupación fue el cuidado de los pobres.
En la ciudad de Bourges, en Aquitania (hoy Francia), san Sulpicio Severo, obispo, de familia de senadores de las Galias, de quien san Gregorio de Tours ensalza su sabiduría, su ministerio pastoral y su empeño en restaurar la disciplina.
En Winchester, en Inglaterra, san Swithun, obispo, célebre por su austeridad y por su amor a los pobres. Construyó muchas iglesias, que visitaba siempre caminando.
En Claudiópolis, de Honoríade, san Tación, mártir (s. inc.).
En el lugar llamado Quxian, en la provincia de Sichuan, en China, san Tadeo Liu Ruiting, presbítero y mártir, estrangulado por odio a la fe.
En Egea, de Cilicia, san Talaleo, mártir (s. III).
En Constantinopla, san Tarasio, obispo, insigne por su piedad y su erudición, que inició el Concilio Niceno II, en el cual los Padres defendieron el culto de las santas imágenes.
En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, conmemoración de san Tarsicio, mártir, que por defender la santísima Eucaristía de Cristo, que una furiosa turba de gentiles intentaba profanar, prefirió ser inmolado, muriendo apedreado antes que entregar a los perros las cosas santas (c. 257). Patrono de los Servidores del Altar (monaguillos).
En la ciudad de Évreux, en la Galia, san Taurino, a quien se celebra como primer obispo de esta ciudad (c. s. V).
En Roma, muerte de san Telesforo, papa, que, según recuerda san Ireneo, siendo el séptimo sucesor de los apóstoles, sufrió un glorioso martirio (c. 136).
En el monasterio de Llandaf, en Cambria, san Teliavo, obispo y abad, cuyos eximios esfuerzos pastorales son recordados por muchas iglesias de Cambria, Cornualles y Armórica.
En Licia, san Temístocles, mártir, el cual, según se cuenta, en tiempo del emperador Decio se ofreció en lugar de san Dióscoro, que era buscado para ser ajusticiado, y torturado en el potro, arrastrado y apaleado, alcanzó la corona del martirio (s. III).
En el monasterio de Le Dorat, en la región de Limoges, de Aquitania, san Teobaldo, presbítero, que, siendo canónigo regular, fue encargado de la iglesia y nunca salía del cenobio más que para ponerse al servicio de los enfermos y atender a sus necesidades.
En el monasterio de Vaux-de-Cernay, en la región de París, san Teobaldo de Marliaco, abad de la Orden cisterciense, que prestaba los más humildes servicios a sus hermanos.
En Salánica, en el territorio de Vicenza, san Teobaldo, presbítero y eremita, que habiendo nacido en la familia de los condes de Champagne, de Francia, con su amigo Gualterio renunció a las riquezas y a los honores, abrazando por Cristo la soledad y la pobreza.
En Vienne, de Borgoña, san Teobaldo, obispo, quien ilustró con su magisterio aquella sede durante cuarenta y cuatro años, destacando por la caridad y la piedad.
En la región de Montauban, en la Galia Narbonense, muerte de san Teodardo, obispo de Narbona, que restauró su iglesia catedral, sobresalió por su diligente magisterio y, finalmente, minado por la enfermedad, murió en un monasterio, rindiendo su alma a Dios.
Cerca de Spira, en la Renania, de Austrasia, en Germania, pasión de san Teodardo, obispo de Tongres y mártir, que fue asesinado yendo a visitar al rey Childerico.
En el territorio de Vienne, en la Galia, san Teodario, abad, el cual, discípulo de san Cesáreo de Arlés, estableció unas celdas para monjes y fue designado por el obispo como intercesor ante Dios y presbítero penitenciario para todos los habitantes de la ciudad (c. 575).
En Vestervig, en Dinamarca, san Teodgaro, presbítero, misionero en esta región, del que se dice que construyó la primera iglesia de madera (c. 1065).
En Córdoba, ciudad de la región hispánica de Andalucía, san Teodomiro, monje de Carmona, martirizado, siendo aún joven, durante la persecución desencadenada por los sarracenos.
En Antioquía, de Siria, san Teodoreto, presbítero y mártir, que, según narra la tradición, fue apresado por Julián el Apóstata, regente de Oriente y, por persistir en la confesión de la fe cristiana, fue martirizado.
En territorio de Neustria Remense, san Teodorico, presbítero, discípulo del obispo san Remigio.
En Tracia, santos Teodoro y Pausilipo, mártires, que, según la tradición, sufrieron el martirio en tiempo del emperador Adriano.
En Canterbury, en Inglaterra, san Teodoro, obispo, antes monje de Tarso, que elevado al episcopado por el papa san Vitaliano y enviado a Inglaterra casi septuagenario, moderó con fortaleza de ánimo la Iglesia a él encomendada.
General del ejército en tiempo del emperador Licinio, martirizado en 319. En los primeros días del cristianismo, ser miembro del ejército no era necesariamente algo positivo. Ser un general se consideraba todavía menos positivo. Sin embargo, lo único que sabemos de seguro sobre San Teodoro de Heraclea es que era un general del ejército griego. Cuando fue decapitado por el emperador Licinio a causa de su fe. Probablemente muchas personas se sorprenderían de saber que un oficial del ejército podía también ser un cristiano de convicciones profundas. El testimonio de San Teodoro demuestra que ninguna ocupación digna es una barrera a la santidad. Una añagaza, claro está, y el santo, una vez en poder de los dioses, hechos de oro y plata, los hizo pedazos que repartió entre los pobres con gran cólera de Licinio. Nuestro capitán no hace ascos al valor material de las imágenes nefandas, y desacralizadas, reducidas a simples cachos de metal precioso, emplea estos restos en obras de caridad. Teodoro parece reunir astucia y heroísmo, fe y sentido práctico, con unas gotas de humor que le darán en el Cielo una sonrisa de mártir socarrón.
En Pavía, en Lombardía, san Teodoro, obispo, que padeció el exilio durante la terrible guerra entre francos y longobardos (c. 785).
En la aldea de Siceone, en Galacia (actual Turquía), san Teodoro, obispo y hegúmeno, que desde la infancia se distinguió por su amor a la soledad, abrazando una vida austera, y obligado a aceptar su ordenación como obispo de Anastasiópolis, insistió ante el patriarca de Constantinopla para ser dispensado de su cargo y volver a su amada soledad.
En Sión, en Valais, entre los helvecios (hoy Suiza), san Teodoro, primer obispo de aquella ciudad, que, siguiendo el ejemplo de san Ambrosio, defendió la fe católica contra los arrianos y veneró con magnificencia las reliquias de los mártires de Agauno (s. IV).
En Tabennesi, de la Tebaida, en Egipto, san Teodoro, abad, discípulo de san Pacomio y padre de una congregación de monasterios (s. IV).
En Constantinopla, san Teodoro Estudita, abad, que hizo de su monasterio una escuela de sabios, de santos y de mártires, que murieron víctimas de las persecuciones promovidas por los iconoclastas. Fue tres veces expulsado al destierro, tuvo entrañable veneración por las tradiciones de los padres de la Iglesia y escribió tratados famosos sobre la fe católica, exponiendo la doctrina cristiana.
En Marsella, ciudad de la Provenza, en Galia (hoy Francia), san Teodoro, obispo, que, esforzándose en establecer la disciplina eclesiástica, fue objeto de persecución por parte de los reyes Childeberto y Guntramno, quienes le exiliaron por tres veces.
En Constantinopla, san Teodoro, que fue llamado "Triquino" por el áspero cilicio con que se cubría, y condujo una admirable existencia en la soledad (s. V).
En el desierto de Judea, san Teodosio, cenobita, amigo de san Sabas, que después de una larga vida de soledad aceptó junto a sí a muchos discípulos e inculcó la vida comunitaria en los monasterios que construyó, y ya centenario, habiendo padecido persecución a causa de la fe católica, descansó en la paz de Cristo.
En Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Teodosio, obispo (s. VI).
En Kiev, en Rusia (hoy en Ucrania), san Teodosio, abad, que, según la tradición, fundó el monasterio conocido con el nombre de las Grutas, instituyendo en él la vida cenobítica.
En Heraclea, de Tracia, san Teodoto mártir (c. s. III).
En el monasterio de Lobbes, en Austrasia, san Teodulfo, obispo y abad.
En Tesalónica, de Macedonia, santos mártires Agatópodo, diácono, y Teodulo, lector, que, a causa de su confesión de la fe cristiana, en tiempo del emperador Maximiano, y por mandato del prefecto Faustino, fueron arrojados al mar con una piedra atada al cuello (s. IV in.).
En Sigriana, de Bitinia, en el monasterio de Campogrande, sepultura de san Teófanes, por sobrenombre "Cronógrafo", o San Teófanes Cronista que siendo muy rico prefirió hacerse pobre monje, y por defender el culto de las sagradas imágenes fue encarcelado por el emperador León el Armenio durante dos años y deportado después a Samotracia, donde, agotado de padecimientos, entregó el espíritu.
En Hanoi, en Tonquín, san Juan Teófano Vénard, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que tras pasar seis años de trabajos de ministerio en la clandestinidad y en medio de grandes dificultades, aceptó con alegre ánimo, en tiempo del emperador Tu Duc, ser encerrado en una cueva y después degollado.
En Nicomedia, de Bitinia, san Teofilacto, obispo, que desterrado por defender el culto de las sagradas imágenes, falleció en Estróbilo de Caria (c. 840).
Conmemoración de san Teófilo, obispo de Antioquía, varón muy erudito, que ocupó esta sede como sexto sucesor de san Pedro y compuso un libro para defender la fe ortodoxa contra el hereje Marción (s. II).
Conmemoración de san Teófilo, obispo de Cesarea, en Palestina, que en tiempo del emperador Septimio Severo brilló por su sabiduría e integridad de vida.
En Constantinopla, conmemoración de san Teófilo, monje, que, por defender el culto de las santas imágenes, fue torturado cruelmente por el emperador León el Isáurico y después exiliado.
En Fucecchio, de la Toscana, san Teófilo de Corte, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, quien propagó en gran manera las casas de retiro para los frailes, mostrando una gran devoción a la Pasión del Señor y a la Virgen María.
Pasión de san Teófilo, apellidado el Joven, mártir, que, siendo prefecto de la armada cristiana, fue apresado en Chipre y conducido a la presencia de Harun ar-Rashid, califa supremo de los sarracenos, y dado que ni las amenazas ni las promesas pudieron hacerle apostatar de Cristo, fue herido de muerte con la espada.
En la región de Calmeliac, en Aquitania, san Teofredo, abad y mártir (c. 752).
En la ciudad de Hipona, en Numidia (hoy Argelia), san Teógenes, mártir, acerca del cual san Agustín predicó un sermón (c. 257).
En Parios, en el Helesponto (hoy Turquía), san Teógeno o Teógenes, mártir, quien, en tiempo del emperador Licinio, al negarse a formar parte de los reclutas a causa de su fe cristiana, fue martirizado en la cárcel y finalmente arrojado al mar.
En Alejandría, en Egipto, san Teona, obispo, que fue el maestro y predecesor de san Pedro mártir.
En Nicomedia, de la provincia romana de Bitinia (hoy Turquía), santos Teopempo y Teonas, que sufrieron el martirio en la persecución llevada a cabo bajo Diocleciano (c. 304).
En Verceli, en la Liguria, san Teonesto, mártir, en cuyo honor edificó san Eusebio la basílica (c. 313).
En Nicomedia, de la provincia romana de Bitinia (hoy Turquía), santos Teopempo y Teonas, que sufrieron el martirio en la persecución llevada a cabo bajo Diocleciano (c. 304).
En Coimbra, en Portugal, san Teotonio, que peregrinó dos veces a Jerusalén y, después de recusar la custodia del Santo Sepulcro, volvió a su patria y fundó la Congregación de Canónigos Regulares de la Santa Cruz (c. 1162).
En Todi, de la Umbría, san Terenciano, obispo (c. s. IV).
En Roma, en la vía Latina, san Tertulino, mártir (c. s. IV).
En Islandia, san Thorlaco, obispo de Skalholt, empeñado en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo.
En Roma, en el cementerio llamado «Ad duas lauros», en la vía Labicana, a tres miliarios de la ciudad, san Tiburcio, mártir, cuyas alabanzas cantó el papa san Dámaso (s. III/IV).
En Brescia, en la región de Venecia, san Ticiano, obispo (c. 526).
En Amatonte, en la isla de Chipre, san Ticón, obispo, en tiempo del emperador Teodosio el Joven (s. V).
En el monasterio de Solignac, en la región de Limoges, en Aquitania (hoy Francia), san Tilón, discípulo de san Eligio, que fue orfebre y monje (c. 702).
En Antinoe, de Tebaida, en Egipto, santos Timoteo y Maura, mártires.
En Gaza, en Palestina, san Timoteo, mártir, que en la persecución realizada por el emperador Diocleciano y el prefecto Urbano, después de sufrir victoriosamente muchos tormentos, fue quemado a fuego lento (c. 350).
En Mauritania, san Timoteo, diácono y mártir (s. inc.).
En Roma, en la vía Ostiense, en su cementerio, san Timoteo, mártir.
En Tigava, ciudad de la provincia romana de Mauritania (hoy Argelia), san Tipaso, mártir, el cual, habiéndose retirado legítimamente del ejército, al ser reclamado de nuevo se negó a sacrificar a los dioses, siendo por ello degollado (297/298).
Conmemoración de san Tíquico, discípulo de san Pablo apóstol, al que, en sus epístolas, llama hermano carísimo, ministro fiel y consiervo en el Señor (s. I).
En Antioquía, en Siria, conmemoración de san Tiranión o Tiranio, obispo de Tiro y mártir, el cual, educado en la fe cristiana desde su más tierna edad, alcanzó la corona de la gloria al ser destrozado con garfios de hierro, junto con el presbítero Zenobio.
En la ciudad de Oderzo, en la región de Venecia (hoy Italia), san Tiziano, obispo (s. V).
En la región de Cantabria, memoria de san Toribio, monje. Originario de Palencia, la tradición le atribuye la fundación del monasterio de san Martín de Turieno (s. VI).
En Pisa, de la Toscana, san Torpetes, mártir (s. inc.).
San Colomano mártir. Evangelizó la Franconia y la Turingia oriental. Trabajó y fue compañero de martirio de san Quiliano (Kilian) y San Colomano.
En el lugar de Tepatitlán, en México, san Tranquilino Ubiarco, presbítero y mártir, que en la persecución contra la Iglesia no dejó de cumplir con sus funciones ministeriales, por lo cual fue colgado de un árbol, terminando así su glorioso martirio.
En Esmirna, en Asia, san Trásea, obispo de Eumenia de Frigia y mártir (c. 170/180).
En Leucosia (hoy Nicosia), en la isla de Chipre, san Trifilio, obispo, que defendió enérgicamente la fe de Nicea y fue un orador excelente en su época, comentando espléndidamente el Cantar de los Cantares, como cuenta san Jerónimo.
En Frigia, conmemoración de san Trifón, mártir (s. inc.)
En el lugar de Dombes, en el territorio lugdunense de la Galia (hoy Francia), san Triverio, presbítero y después eremita (c. 550).
En Neocesarea, en el Ponto, san Troadio, mártir en la persecución bajo el emperador Decio, cuyo combate ha testimoniado san Gregorio Taumaturgo (c. 250).
En Sínada, de Frigia, san Trófimo, mártir (s. inc.).
En la ciudad de Santonas (hoy Saintes), en Aquitania, san Troyano, obispo (c. 550).
En Sarquinium (hoy Saint-Trond), de Brabante, en Austrasia, san Trudón, presbítero, que dio todos sus bienes a la Iglesia de Metz y allí mismo edificó un monasterio, donde reunió a sus discípulos.
En la Bretaña Menor, san Tugdual, apellidado "Pabu", abad y obispo, que construyó un monasterio en la ciudad de Treguier (s. VI).
En la Bretaña Menor, san Turiavo, abad del monasterio de Dôle y obispo (s. VII/VIII).
En Gubbio, de la Umbría, san Ubaldo, obispo, que se entregó a la labor de reformar la vida común de los clérigos.
En Augsburgo, ciudad de Baviera, san Udalrico, obispo, ilustre por su admirable abstinencia, su generosidad y sus vigilias, falleciendo nonagenario después de haber sido obispo durante cincuenta años.
En Tiro, de Fenicia, san Ulpiano, mártir, que, siendo aún adolescente, durante la persecución bajo el emperador Maximino Daza fue encerrado en un odre con un áspid y un perro y sumergido en el mar, completando así su martirio.
En Roma y en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, san Urbano I, papa, que gobernó fielmente la Iglesia Romana durante ocho años, tras el martirio de san Calixto.
Santos Aristón, Crescenciano, Eutiquiano, Urbano, Vidal, Justo, Felicísimo, Félix, Marcia y Sinforosa, Campania (Italia), 285.
En Teano, de la Campania, san Urbano, obispo (s. IV).
En Metz, en la Galia Bélgica, san Urbicio, obispo (c. 450).
En el monte Jura, en la ribera del Doubs, entre los helvecios, san Ursicino, discípulo de san Columbano, que primero llevó vida eremita en la soledad y, después de ser decubierto, indujo a muchos a abrazar este género de vida (c. 620).
En la Recia, san Ursicino, obispo de Chur (Coira) y primer abad del monasterio de Disentis, que él mismo había fundado (s. VIII).
En el Ilírico, san Ursicino, mártir (s. IV).
En Bourges, de la Galia, san Ursino, su primer obispo, que anunció a Cristo Señor al pueblo y convirtió en iglesia la casa de Leocadio, senador de las Galias, aún pagano, para uso de los fieles, la mayor parte pobres (s. III).
En el cenobio de Lobbes, en Hainaut, san Ursmaro, obispo y abad, que propagó la Regla de san Benito y atrajo al pueblo a la fe cristiana.
En Augusta Pretoria (hoy Aosta), en los Alpes Grayos, san Urso, presbítero (antes del s. IX).
En la ciudad de Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Urso, obispo (s. VI).
En Loches, pueblo de la Touraine, junto al río Indre, en Francia, san Urso, abad, padre de muchos cenobios, célebre por su abstinencia y sus virtudes (s. V/VI).
En Rávena, de la Flaminia, san Urso, obispo, que trasladó la sede episcopal desde Classe a esa ciudad, dedicando la iglesia catedral, bajo el título de la santa Anástasis, el día de Pascua, y en la misma fecha, después de algunos años, emigró a la gloria de la resurrección (c. 425).
También conmemoración de muchos mártires que, después de la muerte de san Simeón, en toda la región de Pesia, e igualmente bajo el rey Sapor II, fueron degollados por causa del nombre de Cristo, entre ellos san Ustazades, eunuco del palacio real, que fue padrino del mismo rey y que, en el primer ímpetu de la persecución, sufrió el martirio en el palacio de Artajerjes, hermano del rey Sapor, en la provincia de Adiabena.
En Dorostoro, en Mesia (hoy Rumanía), santos Pasícrates y Valencio, mártires, que, por confesar a Cristo como único Dios, sometieron decididos sus cuellos a la espada.
En Langres, en Aquitania también, san Valentín, presbítero y eremita (c. s. V).
En Passau, en la antigua provincia romana de Nórico (hoy Alemania), san Valentín, obispo de la Retia (c. 450).
En la ciudad de Coira, en la región de los helvecios (hoy Suiza), san Valentiniano, obispo, que con gran generosidad repartió limosnas entre los pobres, redimió a los cautivos y vistió a los desnudos.
En Aquileya, de la región de Venecia, san Valeriano, obispo, que, frente a los arrianos, defendió la fe ortodoxa en el Ilírico, y reunió a clérigos y laicos para vivir en comunidad.
En Cimiez, también en la Provenza, san Valeriano, obispo, que, sacado del monasterio de Lérins para ser elevado al episcopado, puso por escrito ejemplos de la vida de varios santos para edificación de los monjes y del pueblo en general (c. 460).
En Tournus, en el territorio de Chalons, a orillas del Saona, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Valeriano, mártir (s. inc.).
En la ciudad de Limoges, en Aquitania (hoy Francia), san Valerio, que llevó vida solitaria (s. VI).
En el territorio de Besançon, en Germania, san Valerio, diácono de la iglesia de Langres, al que dieron muerte unos paganos (s. IV).
En Lauconay, cerca de Amiens, en la Galia, san Valerico o Valerio, presbítero, que atrajo a muchos compañeros hacia la vida eremítica (s. VII).
En Soissons, en la Galia Bélgica, san Valerio y san Rufino, mártires (s. IV).
En Tréveris, ciudad de la Galia Bélgica (hoy Luxemburgo), san Valerio, segundo obispo que gobernó esta sede (s. III ex.).
Conmemoración de san Valerio o Valero, obispo de Zaragoza, en la Hispania Tarraconense (hoy España), que tomó parte en el primer Concilio de Illiberis y, conducido a Valencia junto con san Vicente, murió en el destierro (305/315).
En el monasterio de Fontenelle, en Neustria, san Vandregisilo, abad, que, habiendo renunciado a vivir en la corte con el rey Dagoberto, hizo vida monástica en varios lugares, y promovido al sacerdocio por san Audeno, obispo de Rouen, en el bosque llamado Gemeticense fundó y rigió el monasterio de este mismo nombre (c. 668).
En Egipto, san Varo, soldado, que, bajo el emperador Maximiano, al visitar y ayudar a seis santos eremitas encarcelados, sabiendo que un séptimo había muerto en el desierto, quiso ocupar su lugar, y con ellos, después de varios tormentos, adquirió la palma del martirio.
En Arras, en la Galia Bélgica, san Vedasto, obispo, que fue enviado por san Remigio, obispo de Reims, a esta ciudad devastada, y allí catequizó al rey Clodoveo, gobernó aquella Iglesia durante cuarenta años y llevó a cabo una importante labor evangelizadora entre los paganos de la región (c. 540).
En la ciudad de Luni, en la Liguria, conmemoración de san Venancio, obispo, que se ocupó del clero y de los monjes, y fue amigo del papa san Gregorio I Magno (s. VII).
En Tours, de la Galia Lugdunense, san Venancio, abad, el cual, habiéndose casado en su juventud, al visitar la basílica de san Martín se conmovió ante la vida de los monjes y, con el permiso de su esposa, se juntó a ellos para vivir para Cristo (s. V).
En Viviers, junto al Ródano, en la Galia, san Venancio, obispo (d. 535).
En Poitiers, de Aquitania, san Venancio Fortunato, obispo, que escribió las gestas de muchos santos y con elegantes himnos honró la santa Cruz.
En Roma, conmemoración de los santos mártires Venancio, obispo, y compañeros de Dalmacia y de Istria, a saber, Anastasio, Mauro, Pauliniano, Telio, Asterio, Septimio, Antioquiano y Gayano, que la Iglesia se complace en honrar juntamente (s. III/IV).
En Tréveris, de Austrasia, san Vendelino, eremita (s. VII).
En Milán, de la Liguria (hoy Italia), san Venerio, obispo, discípulo y diácono de san Ambrosio, que acudió en ayuda de los obispos africanos enviándoles clérigos y favoreció a san Juan Crisóstomo en su destierro.
En la isla de Tiro Maggiore (hoy Palmarola), a orillas de la bahía de la Spezia, en la Liguria, de Italia, san Venerio, eremita (s. VII).
En la ciudad de Caivallon, en la Provenza, san Verano o Verónico, obispo, que gozaba de gran autoridad, sobre todo por las curaciones de enfermos (s. VI).
En Vence, de la Provenza, en la Galia, conmemoración de san Verano, obispo, que siendo hijo de san Euquerio, obispo de Lión, fue educado en el monasterio de Lérins y escribió al papa san León Magno agradeciéndole su profesión de fe en la encarnación del Verbo, contenida en la carta a Flaviano (s. V).
En la ciudad de Estella, en Navarra, san Veremundo, abad de Hirache, el cual, habiendo abrazado desde joven la vida monástica, estimuló a sus monjes a buscar la perfección con su ejemplo y con ayunos y vigilias.
En Lyon, de la Galia, conmemoración de san Viator, lector, que, discípulo y ministro del obispo Justo de Lyon, siguió a éste en su retiro a Egipto y en su muerte (post 481).
En Tremblevif, en la región de Sologne, en Francia, san Viator, eremita. (s. VI).
En Neumunster, de Holstein, en Alemania, muerte de san Vicelino, obispo de Oldenburgo, el cual se dedicó con interés a la evangelización de los eslavos.
En la Hispania Cartaginense, memoria de los santos Vicente y Leto, mártires.
En Dax, de Aquitania, san Vicente, celebrado como obispo y mártir (c. IV).
En el monasterio de Lérins, en la Provenza, san Vicente, presbítero y monje, que fue muy célebre por su doctrina cristiana y santidad de vida, y se empeñó con denuedo en el progreso de la fe de los creyentes (c. 450).
Santos Vicente, Sabina y Cristeta (hermanos mártires del siglo IV)
En Vernemet, de la región de Agen, en Aquitania, san Vicente, mártir, que, según cuenta la tradición, mientras el pueblo celebraba una fiesta en honor del sol, él consumó su martirio en nombre de Cristo.
En la ciudad de Hai Duong, en Tonquín, san Vicente Do Yen, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que, en tiempo del emperador Minh Mang, fue degollado por odio a la fe cristiana.
En Roma, san Vicente María Strambi, obispo de Macerata y Tolentino, de la Congregación de la Pasión, que gobernó santamente las diócesis que tenía encomendadas y por su fidelidad hacia el Romano Pontífice fue desterrado.
En Soignies, de Brabante, en Austrasia, san Vicente o Madelgario, que con el consentimiento de su esposa santa Valtrudis abrazó la vida monástica y, según cuenta la tradición, fundó dos monasterios (c. 677).
En Roma, san Vicente Pallotti, presbítero, fundador de la Sociedad del Apostolado Católico, que con sus escritos y actividades fomentó la vocación de todos los bautizados en Cristo para trabajar a favor de la Iglesia.
En León, en Hispania, san Vicente, abad del monasterio de San Claudio (630).
En Sarsina, de la Romagnola, san Vicinio, primer obispo de esta ciudad (s. IV/V).
En Capua, de la Campania, san Víctor, obispo, conspicuo por su erudición y su santidad.
En Roma, en la vía Salaria Antigua, en el cementerio de Basilla, san Víctor, mártir (c. s. IV).
En Cesarea de Mauritania, san Víctor, mártir, que, según la tradición, condenado a muerte, fue crucificado en sábado (s. III/IV).
En Milán, en la provincia de la Liguria, conmemoración de san Víctor, mártir, el cual, originario de Mauritania, era soldado del ejército imperial, y al imponer el emperador Maximiano la obligación de sacrificar a los ídolos, se desciñó de sus armas, por lo cual le llevaron a la ciudad de Lodi, donde fue decapitado (c. 304).
En la región de Nantes, en la Bretaña Menor, san Víctor, solitario, que vivió recluido en un pequeño oratorio, construido por él mismo junto a Bonchamp (c. s. VII).
En Arcis-sur-Aube, en la Champaña, en Francia, san Víctor, eremita, cuyas alabanzas escribió san Bernardo (s. VII).
En África, conmemoración de san Víctor, mártir, en cuya festividad san Agustín escribió para el pueblo un tratado acerca de él (s. inc.).
En el monasterio de Asán, en la región de Barbastro, del Reino de Aragón, san Victoriano, que, habiendo nacido en Italia, abrazó la vida monástica, y estando dedicado a la oración en la soledad de las montañas pirenaicas, aceptó la responsabilidad de dirigir el monasterio que después llevó su nombre (c. 561).
En Nicomedia, de Bitinia, san Victorino, mártir (sec. inc.).
Conmemoración de san Victorino, obispo de Pettau (hoy Ptuj), en Panonia, que redactó muchos escritos para explicar los libros de la Sagrada Biblia y fue coronado con el martirio en la persecución desencadenada por Diocleciano (c. 303).
En Le Mans, de la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Victorio, obispo, de quien habla san Gregorio de Tours.
En la ciudad de León, en Hispania, santos Claudio, Lupercio y Victorio, mártires, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano sufrieron la muerte por Cristo (c. 303/304).
En Rouen, en la Galia, san Victricio, obispo. Fue soldado en tiempo del emperador Juliano y, al rechazar las insignias militares por amor a Cristo, padeció diversas torturas por orden del tribuno, que le condenó a muerte, pero, no obstante, habiendo alcanzado la libertad, y tras ser consagrado obispo, llevó también a la fe en Cristo a los feroces pueblos de los morinos y de los nervios, en la Galia del norte.
En Bolonia, de la Emilia, santos Vidal y Agrícola, mártires, que, según nos refiere san Ambrosio, el primero de ellos fue antes siervo del segundo y luego compañero y colega en el martirio. Vidal padeció tantos tormentos que no le quedó parte de su cuerpo sin heridas y Agrícola, a su vez, sin asustarse por el suplicio de su antiguo criado, le imitó en el mismo martirio, siendo crucificado.
En la región de Retz, cerca de Nantes, en la Bretaña Menor, san Vidal, eremita (s. VIII).
Santos Aristón, Crescenciano, Eutiquiano, Urbano, Vidal, Justo, Felicísimo, Félix, Marcia y Sinforosa, Campania (Italia), 285.
En Hanonia, de Neustria, san Vidiciano, obispo de Cambrai y Arras, que, a raíz de la muerte de san Leodegario, invitó al rey Teodorico III a expiar su crimen con la penitencia (c. 712).
En Fritzlar, en Hesse, de Austrasia, san Vigberto, presbítero y abad, al que san Bonifacio encomendó el cuidado del monasterio del lugar (c. 739).
En Trento, en la región de Venecia, san Vigilio, obispo, quien recibió de san Ambrosio de Milán las institutionis insignia, junto con una instrucción pastoral, dedicándose a evangelizar la región encomendada y tratando de extirpar lo que quedaba de la idolatría. Se asegura que consumó su martirio por el nombre de Cristo, golpeado por hombres crueles.
En Bayeux, en la Galia Lugdunense, san Vigor, obispo, discípulo de san Vedasto (c. 538).
En Osnabrück, en Sajonia, san Vihón, obispo, que siendo oriundo de Frisia, fue enviado por el emperador Carlomagno como abad para evangelizar la región y, ordenado obispo de esta Iglesia, tuvo que sufrir mucho por Cristo.
En la región de Tulle, en Aquitania (hoy Francia), san Vincenciano, eremita.
Conmemoración de los santos mártires Vindemial o Vindemia, obispo de Capsa, en Numidia, y Longinos, obispo de Pamaria, en la Mauritania, los cuales fueron decapitados por orden de Hunerico, rey de los vándalos, después de haberse enfrentado a los arrianos en el concilio de Cartago.
En Arlés, en la Provenza, san Virgilio, obispo, que recibió como huéspedes a san Agustín y a sus monjes, cuando viajaban hacia Inglaterra por encargo del papa san Gregorio I Magno (c. 618).
En Salzburgo, de la región de Baviera, san Virgilio, obispo, hombre doctísimo, nacido en Irlanda, al cual, con el apoyo del rey Pipino, se le puso al frente de la Iglesia de Salzburgo, donde construyó la catedral en honor de san Ruperto y se dedicó gozosa y felizmente a propagar la fe entre los carintios.
En el monasterio de San Salvador de Leyre, en Navarra, memoria de san Virila, abad (s. X).
En la región de Leicester, en Inglaterra, san Vistano, mártir, que, perteneciente a la estirpe real de Mercia, por oponerse al matrimonio incestuoso de su madre fue asesinado por la espada del tirano.
En la ciudad de Spoleto, en la Umbría, san Vital, mártir, santificado por la fe conservada y la imitación de Cristo (s. inc.).
En el lugar de Rapolla, en la Lucania, san Vital de Castronovo, monje.
En Salzburg, de Baviera, san Vital, obispo, el cual, originario de Hibernia (hoy Irlanda), fue discípulo de san Ruperto, compañero en sus viajes e imitador de sus trabajos y vigilias, y elegido su sucesor, convirtió a la fe de Cristo a la población de Pinsgau (c. 730).
En Savigny, de Normandía, en la Galia, san Vital, abad, que, dejadas las ocupaciones seculares, se entregó en la soledad al cultivo de la observancia rigurosa, ganando muchos seguidores para el monasterio por él fundado.
En la antigua ciudad de Caudium (hoy Montesarchio), en la Campania, san Vitaliano, obispo (s. VII).
En Verdún, de la Galia Bélgica, san Vitón, obispo.
En Lyon, ciudad de la Galia, san Vivenciolo, obispo, que fue promovido al episcopado cuando enseñaba en la escuela monástica de San Eugendio, y animó a clérigos y laicos a estar presentes en el Concilio de Pau, para que el pueblo conociese mejor lo que los pontífices establecían (c. 523).
En Saintes, en la Galia, san Viviano, obispo (s. V).
En Kiev, ciudad de Rusia (ahora en Ucrania), san Vladimiro, príncipe, bautizado con el nombre de Basilio, que se preocupó de propagar la fe ortodoxa en los pueblos que gobernaba.
Cerca de Foix, en la Galia Narbonese (hoy Francia), tránsito de san Volusiano, obispo de Tours, que, tras ser capturado por los godos, entregó su espíritu en el destierro (c. 498).
En el monasterio de Fantanelle, en Neustria (hoy Francia), sepultura de san Vulframno o Wulfrano, el cual, siendo monje, fue elegido obispo de Sens y se dedicó a evangelizar a los frisios. Finalmente, vuelto al citado monasterio, allí descansó en paz (c. 700).
En la región de Boulogne, en la Galia, san Vulmaro, presbítero, que siendo humilde pastor con un gran interés por instruirse, adquirió una buena formación y fue ordenado sacerdote, viviendo como los antiguos padres del desierto y, más tarde, en Hautmont, del Hainaut, en los bosques de su patria, fundó dos monasterios: uno de monjes y otro de vírgenes.
En el monasterio de Luxeuil, en Burgundia, san Waldeberto o Walberto, abad (665/ 670).
En Palazzuolo, en la Toscana, san Walfrido, abad, que después de haber tenido cinco hijos, decidió, junto con su esposa, abrazar la vida monástica (c. 765).
En Onhaye, en Hainaut, san Walhero, presbítero, que, mientras atravesaba el río Mosa, un presbítero al que recriminaba sus costumbres lo mató a golpes de remo.
En Condé-sur-l’Escaut, en el Hainaut, de Austrasia, san Wasnulfo, monje, nacido en Escocia (s. VII).
En Brema, de Sajonia, san Wilehado, obispo, que, nacido en Northumbria y amigo de Alcuino, propagó el Evangelio en Frisia y Sajonia después de san Bonifacio y, ordenado obispo, fundó la sede de Brema y la gobernó sabiamente.
En York, en Northumbria, san Wilfrido, obispo, que, después de trabajar con todo esmero, fue obligado a abandonar su sede y murió entre los monjes de Ripon, de quienes fue abad durante un tiempo.
Vivió entre finales del siglo VII y principios del VIII. Su padre pertenecía a la primera generación de cristianos anglosajones convertidos del paganismo. El hijo fue entregado al monasterio de Ripón para su crianza y custodia cuando decidió vivir solitario tras la muerte de su esposa. Ya en su juventud, Willibrordo decide libremente hacer profesión religiosa. Deja el monasterio de Ripón aprovechando la coyuntura de la marcha a Roma del santo abad Wilfrido. A partir de ahora va a permanecer doce años en el monasterio de Rathmelsigui, en Irlanda, aprendiendo del afán misionero del abad Egberto que ya fracasó en su intento evangelizador de Frisia en el continente. Cuando en el 689 Pipino II, rey de Austrasia, vence al rey Egberto, de Frisia, se abren nuevas posibilidades de evangelización de los frisones. Allá marcha Willibrordo a la cabeza de doce monjes. Las dotes de organizador, la tenacidad, paciencia, audacia, valentía y santidad de Willibrordo van consiguiendo una comunidad de cristianos, convertidos y preparados en la fe uno a uno, ayudado por sus monjes. Muere tal día como hoy en el año 739.
En Dryopolis (hoy Eichstätt), en Franconia, san Willibaldo o Wilebaldo, obispo, el cual, habiendo abrazado la vida monástica, recorrió como peregrino muchos santuarios y lugares santos con el fin de establecer en ellos la vida monástica, hasta que san Bonifacio le ordenó obispo de esta sede e hizo de él un valioso colaborador suyo en la evangelización de Germania, convirtiendo a Cristo muchos pueblos.
En Troyes, de Neustria, san Winebaldo (Vinebaldo, Winebald), abad del monasterio de San Lupo, preclaro por su austeridad (c. 620).
En la región Taruanense, de Austrasia, san Winoco, que, de origen bretón, primero fue recibido por san Bertino en la comunidad de monjes de Sithiu, y después construyó el monasterio de Wormhoudt, que dirigió santamente como prior, trabajando mucho con sus propias manos.
En la península de Armórica (Bretaña), san Winwaleo, primer abad de Landevenec, del cual la tradición narra que era discípulo de san Budoco en la isla de Lavret, y que con su vida ilustró la regla monástica.
En Roermond, junto al Mosa, en Brabante, de Austrasia, san Wiro, que, según la tradición, se dedicó a la evangelización de esta región junto con sus compañeros Plechelmo y Odgero (c. 700).
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, conmemoración de san Witesindo (Vintesindo), mártir, que por miedo a los musulmanes se apartó de la fe católica, pero al negarse después a tomar parte en el culto mahometano, lo mataron por odio a la fe cristiana.
En el monasterio de Hersfeld, en Germania, sepultura de san Witta o Albino, primer obispo de Bürberg, el cual, oriundo de Inglaterra, fue llamado por san Bonifacio y recibió el encargo de sembrar la simiente de la Palabra de Dios en la región de Hesse (c. 786).
En Ratisbona (Regensburg), de Baviera, san Wolfgango, obispo, que, después de ser maestro de escuela y haber profesado como monje, fue elevado a la sede episcopal, instaurando la disciplina del clero, y mientras visitaba la región de Pupping descansó en el Señor.
En la ciudad de Worchester, en Inglaterra, san Wulfstano, obispo, que, pasando del claustro a la sede, mantuvo las costumbres monásticas junto al celo pastoral. Visitó incansablemente las parroquias de su diócesis, ocupándose en erigir iglesias, fomentar los estudios y condenar la venta de esclavos.
En el lugar de Dechao, igualmente en Hebei, conmemoración de san Xi Guizi, mártir, que cuando aún no era más que catecúmeno, ante una multitud alborotada se confesó cristiano, siendo bautizado con la sangre que brotaba de sus heridas.
En Bretaña Menor, san Ywio, diácono y monje, discípulo de san Cutberto, obispo de Lindisfarne, que pasó de Inglaterra a esta región, donde vivió entregado a las vigilias y ayunos (c. 704).
Conmemoración de san Zacarías, profeta, vaticinador de la vuelta del pueblo desterrado a la tierra de promisión, anunciando al mismo tiempo que un rey pacífico, Cristo el Señor, entraría triunfante en la Ciudad Santa de Jerusalén, lo que se llevó a cumplimiento.
En el monte Mercurio, en la Lucania (hoy Italia), san Zacarías, apellidado "Angélico", maestro de la vida cenobítica (c. 950).
En Roma, san Zacarías, papa, que con suma vigilancia y prudencia gobernó la Iglesia de Dios, frenando el ímpetu de los lombardos, indicando el recto orden a los francos, proveyendo de iglesias a los germanos y procurando el entendimiento con los griegos.
En Bolonia, de la región de la Emilia, en Italia, san Zama, considerado como primer obispo de esta ciudad (c. s. IV).
Conmemoración de san Zaqueo, obispo, que, según tradición, fue el cuarto sucesor de Santiago, hermano del Señor, en el gobierno de la Iglesia de Jerusalén (s. II).
Zenas, ayudante del militar del imperio romano Zenón y martirizado con él. Arrojado Zenón al calabozo recibe la visita de su asistente, quien no se puede contener sin besar las cadenas del mártir; y, arrestado también por cristiano, ambos son decapitados el 23 de junio del año 304.
En Florencia, de la Toscana, san Zenobio, obispo de Florencia. Amigo de San Ambriosio de Milán, consejero de San Dámaso I papa, trabajó con San Eugenio y San Crescencio.
En Sidón, de Fenicia, san Zenobio, presbítero, que durante la durísima persecución bajo el emperador Diocleciano animó a otros al martirio, siendo también él coronado con la muerte (s. IV).
En Roma, en el cementerio de Pretextato, en la vía Apia, san Zenón, mártir (s. inc.).
Santos Zenón y Zenas, mártires, Arabia, 304. Militar del imperio romano, residente en Filadelfia de Arabia, su ciudad natal. Después de haber entregado todo lo suyo a los necesitados, se presenta firme ante el prefecto Máximo dispuesto a dar testimonio de Cristo frente a cualquier sufrimiento y frente a la muerte misma. Arrojado al calabozo recibe la visita de su asistente, quien no se puede contener sin besar las cadenas del mártir; y, arrestado también por cristiano, ambos son decapitados el 23 de junio del año 304.
En Nicomedia, de Bitinia (hoy Turquía), san Zenón, mártir (s. III).
En Verona, del territorio de Venecia, san Zenón, obispo, que con su trabajo y predicación llevó a la ciudad hasta el bautismo de Cristo (c. 372).
Conmemoración de san Zenón, obispo de Maiuma, en Palestina, que edificó una basílica a sus sobrinos mártires Eusebio, Nestabio y Zenón, y hasta el fin de su vida trabajó como tejedor para procurarse el sustento y ayudar a los pobres (c. 400).
En el pueblo de Zhuhedian, cerca de Jieshui, en la provincia de Hunan, en China, san Zhang Huailu, mártir, el cual, perseguido por los seguidores del movimiento Yihetuan, siendo solamente catecúmeno confesó espontáneamente que era cristiano y, armado con la señal de la cruz, mereció ser bautizado en Cristo con su propia sangre.
En Listra, en Licaonia (hoy Zoldera, en Turquía), san Zoelo, mártir (s. II/III).
En Córdoba, en la provincia hispánica de Bética, san Zoilo, mártir.
En Roma, en la vía Tiburtina, junto a san Lorenzo, sepultura del papa san Zósimo.
En Constantinopla, san Zótico, presbítero, que se preocupó de alimentar a los huérfanos (s. IV).
En la archidiócesis de Lviv, San Zygmunt Gorazdowski, sacerdote, nacido en Sanok (Polonia) el 1845. Promovió numerosas obras para sacerdotes, jóvenes, enfermos y pobres. fundó un nuevo periódico, varias instituciones de beneficencia y la Congregación de las Religiosas de San José. Murió el 1 de enero de 1920 en Lviv (Ucrania)
Mujer de la ley judía, esposa del rey David y matriarca del antiguo testamento. Una de las siete mujeres consideradas profetas por los escolásticos talmúdicos.
En Ravena, en la provincia de Flaminia, en Italia, conmemoración de san Vital (San Vidal). En este día, según la tradición, fue dedicada a Dios la celebérrima basílica de esa ciudad, en la que este santo es venerado desde tiempo inmemorial junto a los santos mártires Valeria, Gervasio, Protasio y Ursicino, por haber defendido tenazmente la fe (s. inc.).
En Lucania, san Vito, adolescente mártir.