Esposa de Jacob. Era una de las hijas más bellas de Labán.
Celebran hoy: Rachel, Rakel, Raquel.
Ver másEn Alesia, en el territorio de los eduos, en la Galia, santa Regina, mártir (s. inc.).
Celebran hoy: Regina.
Ver másSanta Rita (Rita La Abogada de Imposibles), religiosa, que, casada con un hombre violento, toleró pacientemente sus crueldades reconciliándolo con Dios, y al morir su marido y sus hijos ingresó en el monasterio de la Orden de San Agustín en Casia, de la Umbría, en Italia, dando a todos un ejemplo sublime de paciencia y compunción (c. 1457).
Ver másPatrona de Perú, América y las Filipinas. La primera mujer declarada santa de todo el continente americano. La fista litúrgica de santa Rosa de Lima es el 23 de Agosto desde la reforma del calendario de después del Concilio; aunque se celebra en muchos lugares el 30 de agosto (la fecha anterior).
Celebran hoy: Rosa, Rosamaria, Rosi, Rosibel.
Ver másEn la vía Tiburtina, a nueve miliarios de la ciudad de Roma, conmemoración de los santos Sinforosa y sus siete hijos mártires: Crescente, Julián, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio, todos mártires, que padecieron de diversos modos el sufrimiento que los hermanó en Cristo (s. III/ IV).
Celebran hoy: Sinforosa.
Ver másEn Seleucia, de Cilicia, santa Tecla, virgen y mártir, originaria de Iconio, en Licaonia (s. inc.). ...
Ver másMemoria de santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, que entró aún muy joven en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de Lisieux, llegando a ser maestra de santidad en Cristo por su inocencia y simplicidad. Enseñó el camino de la perfección cristiana por medio de la infancia espiritual, demostrando una mística solicitud en bien de las almas y del incremento de la Iglesia, y terminó su vida a los veinticinco años de edad, el día treinta de septiembre.
Ver másEn Lorvaô, en Portugal, santa Teresa, quien, reina de León y madre de tres hijos, al perder a su esposo abrazó la vida regular en un monasterio fundado por ella misma, bajo la disciplina cisterciense.
Ver másEs la primera chilena y la primera Carmelita americana que ha alcanzado el honor de los altares.
Ver másEn Liria, en España, santa Teresa de Jesús Jornet Ibars, virgen, que, para ayudar a los ancianos, fundó el Instituto de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Patrona de la ancianidad.
Ver másTambién llamada Santa Teresa de Jesús, Virgen y Doctora de la Iglesia. Reformadora del Carmelo, Madre de las Carmelitas Descalzas y de los Carmelitas Descalzos; "mater spiritualium" (título debajo de su estatua en la basílica vaticana); patrona de los escritores católicos y Doctora de la Iglesia (1970): La primera mujer, que junto a Santa Catalina de Siena recibe este título.
Celebran hoy: Maite, María Teresa, Tere, Teresa, Theresa.
Ver másEn la ciudad de Colonia, en Germania, conmemoración de las santas vírgenes que entregaron su vida por Cristo, en el lugar de la ciudad donde después se levantó una basílica dedicada a santa Úrsula, virgen inocente, considerada como la principal del grupo (c. s. IV).
Celebran hoy: Úrsula, Urzula.
Ver másEn Città del Castello, de la Umbría, santa Verónica Giuliani, abadesa de la Orden de las Clarisas Capuchinas, quien, dotada de singulares carismas, participó corporal y espiritualmente de la pasión de Cristo, siendo por ello encerrada y vigilada durante cincuenta días, dando siempre pruebas de admirable paciencia y obediencia.
Celebran hoy: Vero, Verónica.
Ver másEn la ciudad de Córdoba, en la Hispania Bética, santos Acisclo y Victoria, mártires.
Celebran hoy: Vicki, Vicky, Victoria.
Ver másEn Luca, de la Toscana, santa Zita, virgen, la cual, nacida de hogar humilde, a los doce años entró a servir a la familia de los Fatinelli, perseverando hasta la muerte con admirable paciencia en este servicio doméstico.
Celebran hoy: Zita.
Ver másEn Tesalónica, de Macedonia, santa Quionia y santa Agape, vírgenes y mártires, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano, por no querer comer carne sacrificada a los ídolos fueron entregadas al prefecto Dulcecio, que las condenó a ser quemadas vivas.
En la región de Aire, en Aquitania, santa Quiteria, virgen (s. in.).
En Poitiers, de Aquitania, santa Radegunda, reina de los francos. Cuando todavía vivía su esposo, el rey Clotario, recibió el velo sagrado de religiosa, y en el monasterio de la Santa Cruz de Poitiers, que ella había mandado construir, sirvió a Cristo bajo la Regla de san Cesáreo de Arlés.
En Roma, santa Rafaela María del Sagrado Corazón Porras Ayllón, virgen, fundadora de la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón, que estando considerada como enferma mental, pasó santamente los últimos años de su vida entre tribulaciones y penitencia.
En el monasterio de Denain, en el Hainaut, santa Ragenfreda, abadesa, que con sus bienes fundó ese cenobio y lo presidió dignamente (s. VIII).
En el lugar de ad-Dahr, en el Líbano, santa Rebeca (Rakqa) de Himlaya ar-Rayy_s, virgen de la Orden Libanense de San Antonio de los Maronitas, que ciega a los treinta años, y paralizada después en todos los miembros, permaneció en oración, fija sólo en Dios.
En Tongres, de Brabante, en Austrasia, santa Renula o Reinildis, abadesa del monasterio de Eiken (s. VIII).
Conmemoración de santa Reparada, que es venerada en muchos lugares como virgen y mártir (c. s. IV).
En África Proconsular, conmemoración de santa Restituta, virgen y mártir durante las persecuciones de Diocleciano (c. 304).
En Andlau, de la Baja Lotaringia (Alsacia), santa Ricarda, quien, siendo reina, despreció el poder terreno por servir a Dios en el monasterio fundado por ella misma (c. 895).
En el monasterio de Marchiennes, en la región de Cambray, en Austrasia, santa Rictrudis, abadesa, de origen basco, quien, después de la violenta muerte de su esposo Adalbaldo, tomó el santo velo religioso por consejo de san Amando, gobernando con gran acierto a sus monjas en ese monasterio (c. 688).
En la aldea Fanjiazhuang, cerca de Wujiao, en la provincia china de Hebei, santa Rosa Fan Hui, virgen y mártir, que, durante la persecución desencadenada por los seguidores de la secta «Yihetuan», fue arrojada a un río recubierta de heridas, todavía con vida.
En Tortosa, en España, santa Rosa Francisca María de los Dolores (María Rosa) Molas Vallvé, virgen, que convirtió un grupo de piadosas mujeres en la Congregación de Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación, para asistir a las personas afligidas.
En Palermo, de Sicilia, santa Rosalía, virgen, de quien se dice que practicó la vida solitaria en el monte Pellegrino (s. XII).
En Fréjus, ciudad de la Provenza, en Francia, santa Roselina, priora de Celle-Roubaud, de la Orden de la Cartuja, que se distinguió por su abnegación y por su austeridad en la comida, el sueño y el ayuno.
En Arlés, de la Provenza, en la Galia, santa Rustícola, abadesa, que gobernó santamente a sus monjas durante casi sesenta años.
En Roma, conmemoración de santa Sabina, cuya iglesia titular construida en el monte Aventino lleva su nombre, digno de veneración (422-432).
Santos Vicente, Sabina y Cristeta (hermanos mártires del siglo IV)
En Laon, de Neustria (hoy Francia), santa Salaberga, abadesa, de quien se dice que san Columbano le curó su ceguera y la encauzó al servicio de Dios (c. 664).
En Jerusalén, conmemoración de las santas mujeres María de Cleofás y Salomé, que, junto con María Magdalena, muy de mañana del día de Pascua se dirigieron al sepulcro del Señor para ungir su cuerpo y recibieron el primer anuncio de la Resurrección (s. I).
Casada con San Cereal, se convirtió al cristianismo, instruída en la fe por San Cornelio papa. Mártir en las persecuciones de Decio, murió en Roma el año 251
En la ciudad de Anagni, en el Lacio (hoy Italia), santa Secundina, virgen y mártir (s. inc.).
En Iluro (hoy Mataró), cerca de Barcelona, en la Hispania Tarraconense, memoria de las santas Juliana y Semproniana, mártires (s. inc.).
En Basto, en Portugal, santa Senorina, abadesa, de la que se narra que, por su intercesión, Dios proveyó de pan a las monjas que pasaban necesidad (c. 980).
Santa Serafina, convertida a la fe por el apóstol Santiago, Galicia, s. I
Santa Serena de Roma, emperatriz, mujer del emperador Diocleciano. Convertida y bautizada por San Ciriaco, practicó la religión católica en el palacio del emperador y salvó las vidas de muchos cristianos, interponiendo su valimiento ante aquel monstruo de crueldad.
En la región de Albi, de Aquitania, santa Sigolena, religiosa (c. s. VI).
En Roma, conmemoración de santa Silvia, madre del papa san Gregorio I Magno, de la que el mismo Pontífice dejó escrito que había alcanzado la cima de la oración y de la penitencia, siendo óptimo ejemplo para los demás (s. VII).
En Alejandría de Egipto, santa Sinclética, virgen, de quien se cuenta que llevó vida eremítica (s. IV).
Santos Aristón, Crescenciano, Eutiquiano, Urbano, Vidal, Justo, Felicísimo, Félix, Marcia y Sinforosa, Campania (Italia), 285.
Santa Síntiques; fue discípula de San Pablo y su cooperadora en la propagación del Evangelio, como lo dice él escribiendo a los filipenses: "Ruego a Evodia y a Síntiques que sientan lo mismo en el Señor. También te ruego a ti, fiel compañero, que asistas a aquellas que trabajaron conmigo en el Evangelio..." Y, como dice San Crisóstomo, parece que estas mujeres fueron las primicias de la Iglesia de Filipos, 78.
Sofía o Sonia (variante ruso del nombre), mártir que vió cómo martirizaban a sus propias hijas.
En Fermo, del Piceno, en Italia, santas Visia y Sofía, vírgenes y mártires (s. inc.).
En Bourges, en Aquitania, santa Solangia, virgen, de la cual la tradición ha transmitido que sufrió el martirio en defensa de su virginidad (c. s. IX).
En Constantinopla, santas Eustolia y Sopatra, vírgenes y monjas (s. VII).
En Roma, en la vía Apia, en el cementerio que lleva su nombre, santa Soteris, virgen y mártir, que, como relata san Ambrosio, renunciando por causa de la fe a la nobleza y a los honores de su familia, no se prestó a inmolar a los ídolos, ni se dejó vencer por las injurias humillantes, ni temió morir herida por una espada (c. 304).
En Roma, conmemoración de santa Susana, bajo cuyo nombre, celebrado entre los mártires en los anales antiguos, en el siglo VI fue dedicada a Dios la basílica del Título de Gaio, junto a las termas de Diocleciano (s. inc.).
Cerca de Ramerude (hoy Arcis-sur-Aube), en la región de Troyes, en Neustria, santa Tanca, virgen y mártir, que, como narra la tradición, por defender su virginidad no dudó en aceptar la muerte (s. VI/VII).
En la región de Rodez, en la Galia (hoy Francia), santa Tarsicia, virgen y mártir (s. VI/VII).
En Roma, conmemoración de santa Tarsila, virgen, cuya continua oración, gravedad de vida y singular abstinencia alaba san Gregorio I Magno, su sobrino (c. 593).
En Kitzingen, de Germania, santa Tecla, abadesa, que, enviada desde Inglaterra para ayudar a san Bonifacio, presidió primero el monasterio de Ochsenfurt y después el de Kitzingen (c. 790).
En el monasterio de Jouarre, en el territorio de Meaux, en Neustria, santa Telquilde, abadesa, la cual, de familia noble y notable por sus méritos y austera en sus costumbres, enseñó a las vírgenes sagradas a salir al encuentro de Cristo con las lámparas encendidas (c. 670).
Santa Teodora, virgen, natural de Tiro, que,por haber saludado a los confesores de la fe que estaban de pie ante el tribunal, rogándoles que al llegar ante el Señor se acordasen de ella, fue detenida por los soldados y llevada al mismo prefecto, y por mandato de éste fue torturada con acerbos tormentos y arrojada finalmente al mar.
Cerca de Rossano, en Calabria, santa Teodora, abadesa, discípula de san Nilo el Joven, maestra en la vida monástica.
En Constantinopla, santa Teodosia, monja, que sufrió el martirio por oponerse a que se tirase, como había ordenado el emperador León Isáurico, una imagen de Cristo desde lo alto de la llamada Puerta de Bronce (s. VIII).
En la aldea de Santa Giulia, en el Piamonte, de Italia, beata Teresa Bracco, virgen y mártir, que en tiempo de guerra, estando trabajando en el campo, murió a causa de las heridas que le causaron los golpes de unos soldados, al defender valientemente su castidad.
En Lyon, en Francia, santa Teresa (María Victoria) Couderc, virgen, fundadora, no sin grandes tribulaciones, pero con ánimo sereno, de la Compañía de Nuestra Señora del Retiro del Cenáculo en la localidad de La Louvesc, junto al sepulcro de san Juan Francisco de Regis.
En Brescia, en Lombardía, santa Teresa Eustoquio (Ignacia) Verzeri, virgen, fundadora del Instituto de las Hijas del Sacratísimo Corazón de Jesús.
En Seúl, ciudad de Corea, santas mártires Santa Agueda Yi, virgen, cuyos padres murieron también mártires, y Teresa Kim, viuda, que, estando en la cárcel, primero fueron azotadas y después degolladas.
En Florencia, en la Toscana, santa Teresa Margarita Redi, virgen, que habiendo entrado en la Orden de Carmelitas Descalzas, avanzó por el arduo camino de la perfección y murió siendo aún joven.
En Zhangjiaji, pueblo de Ningjin, también en la provincia china de Hebei, santa Teresa Zhang Hezhi, mártir, que durante la misma persecución, habiendo sido llevada a una pagoda pagana, se negó a adorar a los ídolos, por lo que ella y sus dos hijos fueron alanceados.
Santa Tertulia o Tértula virgen y mártir
Santa Thais penitente.
En Maurienne, en Saboya, santa Tigris, virgen, que se dedicó a propagar allí el culto a san Juan, el Precursor (s. VI).
En Alejandría, en Egipto, santa Tomáide o Tomaides, mártir.
Santos Agatón y Trifina, mártires, Sicilia.
En Verona, en los confines de la región de Venecia, santa Tuscana, la cual, muerto su esposo, distribuyó todos sus bienes entre los pobres, y como miembro de la Orden de San Juan de Jerusalén dedicó su vida al cuidado de los enfermos (1343/1344).
En Pisa, de la Toscana, santa Ubaldesca, virgen, quien durante cincuenta años, desde los dieciséis de edad hasta su muerte, realizó de forma constante y perfecta obras de misericordia en el hospital de su ciudad.
En Roma, beata Úrsula (Julia) Ledóchowska, virgen, que fundó el Instituto de Hermanas Ursulinas del Corazón de Jesús Agonizante, emprendió fatigosos viajes por Polonia, Escandinavia, Finlandia y Rusia, y murió finalmente en Roma
En Castroloco (hoy Mons), de Henao, en Neustria, santa Valdetrudis (Valtruda o Waldetrudis), hermana de santa Aldegundis, que, siendo esposa de san Vicente Madelgario y madre de cuatro santos, a semejanza de su marido se ofreció a Dios y recibió el hábito monástico en el cenobio fundado por ella misma.
En Zurzach (hoy Zurich), junto al Rin, en la región de los tigurinos de Germania, santa Verena (s. IV).
En el lugar de Sankt Gallen, en la región de los helvecios, santa Viborada o Wiborada, virgen y mártir, que vivió encerrada en una celda junto a la iglesia de San Magno, desde la cual atendía al pueblo. A causa de su fe y de sus votos religiosos, arrostró la muerte a manos de invasores húngaros.
En Lovere, en Lombardía, santa Vicenta Gerosa, virgen, que fundó, junto con santa Bartolomea Captanio, el Instituto de las Hermanas de la Caridad.
En la ciudad de Coria, en la provincia hispánica de Lusitania, santa Vicenta, virgen y mártir.
En Castro Fiorentino, en la Toscana, santa Viridiana o Veridiana, virgen, que vivió como reclusa desde la juventud hasta la ancianidad (1236/1242).
Cerca de Bruselas, en Brabante, de la Lotaringia, santa Vivina, primera abadesa del monasterio de la Beata María de Grand-Bigard.
En Chester, en la región de Mercia, en Inglaterra, santa Wereburga, abadesa de Ely, que fundó varios monasterios.
Junto a la fuente de Holywell, en Cambria, santa Winefrida, virgen, a la que se venera como monja eximia (c. s. VII).
Hija de un senador Romano, huyó de su casa para entregar su vida a Dios y a los demás y acabó sus días sirviendo a los pobres en la ciudad de Milass, siendo un ejemplo de humildad y espíritu de sevicio.
En Gablonné, en Bohemia (hoy Chequia), santa Zdislava, madre de familia, que prestó consuelo a los afligidos.
En Atalia, de Panfilia (hoy Antalya, en Turquía), santos Hespero y su esposa Zoe, junto con sus hijos Ciriaco y Teódulo, mártires, los cuales, según la tradición, en tiempo del emperador Adriano eran esclavos al servicio de un pagano, y por orden de su mismo amo fueron primero azotados, luego brutalmente atormentados a causa de su libre confesión de fe cristiana y finalmente arrojados a un horno encendido, en donde entregaron sus almas a Dios (s. II).