San Cayetano de Thiene, presbítero, que en Nápoles, en la región de la Campania, se entregó piadosamente a obras de caridad, especialmente a favor de los aquejados de enfermedades incurables, promovió cofradías para formar religiosamente a los laicos e instituyó los Clérigos Regulares Teatinos, para la reforma de la Iglesia, enseñando a sus discípulos a seguir la primitiva manera de vida apostólica.
Celebran hoy: Cayetano.
Ver másEn Roma, en la vía Apia, en el cementerio de Calixto, martirio de san Sixto II, papa, y de sus compañeros.
Celebran hoy: Sixto.
Ver másEn Augsburgo, de la Retia, santa Afra, mártir. Siendo pecadora, se convirtió a Cristo y, sin haber sido aún bautizada, según cuenta la tradición, fue quemada viva por confesar a Cristo.
En Sassoferrato, en el Piceno, de Italia, beato Alberto, monje de la Orden Camaldulense, insigne por la austeridad de vida y la perfecta observancia de su Regla.
En Mesina, de Sicilia, san Alberto degli Abbati, presbítero de la Orden de los Carmelitas, que convirtió a muchos judíos a la fe en Cristo y proveyó de víveres a su ciudad sitiada.
En Châlons, en la Galia Bélgica, san Donaciano, obispo.
En Arezzo, de la Toscana, san Donato, segundo obispo de esta sede. La virtud y eficacia de sus oraciones son alabadas por el papa san Gregorio I Magno.
En Besançon, en la Burgundia, san Donato, obispo, que compuso una Regla para vírgenes, siguiendo los preceptos de san Benito, san Columbano y san Cesáreo.
En Venecia, beato Jordán Forzaté, abad, fundador de monasterios en Padua. No habiendo podido evitar la ruina de su patria a pesar de todos sus esfuerzos, padeció el destierro, que vivió piadosísimamente. Insigne por su modestia, probidad de costumbres y ciencia, se durmió devotamente en el Señor.
En la localidad de Gorka Duchovna, cerca de Posnam, en Polonia, beato Edmundo Bojanowski, presbítero, que, conforme a los preceptos del Evangelio, trabajó con sumo ahínco en la formación de los pobres y gente analfabeta, y fundó la Congregación de las Esclavas de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios.
En L’Aquila, en la región Vestina (hoy Abbruzo), beato Vicente, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, célebre por su humildad y su espíritu profético.
En Colima, de México, san Miguel de la Mora, presbítero y mártir, que, en el furor de la persecución contra la Iglesia, fue coronado con el martirio.
En York, también en Inglaterra, beato Nicolás Postgate, presbítero y mártir, que en el reinado de Carlos II, a causa de su ministerio sacerdotal, que había ejercido ocultamente entre los pobres durante casi cincuenta años, fue colgado en el patíbulo.
En Rouen, en la Galia, san Victricio, obispo. Fue soldado en tiempo del emperador Juliano y, al rechazar las insignias militares por amor a Cristo, padeció diversas torturas por orden del tribuno, que le condenó a muerte, pero, no obstante, habiendo alcanzado la libertad, y tras ser consagrado obispo, llevó también a la fe en Cristo a los feroces pueblos de los morinos y de los nervios, en la Galia del norte.