Santos del día 7 de febrero

San Ricardo rey (s. VIII)

En Luca, de la Toscana, san Ricardo Rey, padre de los santos Willibaldo y Waldburgis, el cual, peregrinando junto con sus hijos desde Inglaterra a Roma, falleció durante el camino (c. 720).

Celebran hoy: Ricard, Ricarda, Ricardo, Ricerio, Richard, Richi, Rick, Ricki.

Ver más
San Partenio (s. IV)

En Lampsaco, en la región del Helesponto, san Partenio, obispo, que en tiempo del emperador Constantino fue un eximio propagador de la fe con su predicación y su ejemplo (s. IV).

San Gil María de San José (Francisco) Pontillo (s. XIX)

En Nápoles, en la región de la Campania, san Gil (o Egidio) María de San José (Francisco) Pontillo, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que por las calles de la ciudad pedía humildemente cada día limosna al pueblo, al cual consolaba con sus palabras.

Beata María de la Providencia (Eugenia) Smet (s. XIX)

En París, en Francia, beata María de la Providencia (Eugenia) Smet, virgen, fundadora del Instituto de Hermanas Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio.

San Lucas el Joven (s. X)

En Soterión, de Fócida, san Lucas el Joven, eremita.

Beato Ricerio de Mucia (s. XIII)

En Mucia, de la región del Piceno, en Italia, beato Ricerio (Ricerio de Muccia), que fue uno de los primeros y estimados discípulos de san Francisco.

San Máximo de Nola (s. III)

En Nola, en la Campania, san Máximo, obispo, que rigió la Iglesia de esta ciudad en periodo de persecuciones y, después de una larga vida, descansó en paz (s. III).

San Lorenzo de Siponte (s. VI)

En Siponte, de la Apulia, san Lorenzo, obispo (c. 545).

Santa Juliana de Florencia (s. IV)

En Florencia, de la Etruria, santa Juliana, viuda (s. IV).

Beato Pío IX, papa (s. XIX)

En Roma, beato Pío IX, papa, que proclamó la verdad de Cristo, a quien estaba íntimamente unido, e instituyó muchas sedes episcopales, promoviendo el culto de la Santísima Virgen María y convocando el Concilio Vaticano I.

San Juan de Triora Lantrua (s. XIX)

En la ciudad de Changsha, en la provincia de Hunan, en China, san Juan de Triora (Francisco María) Lantrua, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que, después de una larga y cruel prisión, fue estrangulado.

Beata Rosalía Rendu (s. XIX)

En la ciudad de París, en Francia, beata Rosalía (Juana María) Rendu, virgen de la Hijas de la Caridad, que trabajó incansablemente en una vivienda de los suburbios más pobres de la ciudad, dispuesta como refugio para necesitados, visitando en sus casas a los pobres. En tiempo de luchas civiles trabajó a favor de la paz y convenció a muchos jóvenes y a ricos para que se dedicasen a obras de caridad.

Beato Guillermo Saultemouche (s. XVI)

En Aubenas, en la región francesa de Viviers, beatos mártires Jacobo Salès, presbítero, y Guillermo Saultemouche, religioso, de la Compañía de Jesús, que con su predicación consolidaron la fe del pueblo, pero al caer la ciudad en manos de los disidentes, un domingo, y en presencia de toda la población, fueron martirizados.

Beato Antonio de Stroncónio (s. XV)

En Asís, de la Umbría, beato Antonio de Stroncónio, religioso de la Orden de los Hermanos Menores.

Beato Adalberto Nierychlewski (s. XX)

Cerca de Cracovia, en Polonia, beato Adalberto Nierychlewski, presbítero de la Congregación de San Miguel y mártir, el cual, por haber redactado un documento defendiendo la dignidad humana y la religión bajo un régimen militar opuesto a ello, fue deportado al campo de concentración de Auschwitz (Oswiecim), donde por su fe en Cristo fue ejecutado después de crueles tormentos.

Beato Tomás Sherwood (s. XVI)

En Londres, en Inglaterra, beato Tomás (Thomas) Sherwood, mártir, que, siendo comerciante en ropa de vestir, pasó a Douai para iniciarse en el sacerdocio, y al regresar a Londres para asistir a su padre anciano y enfermo, fue detenido por la calle y conducido al suplicio, en tiempo de la reina Isabel I.

Beato Pedro Verhun (s. XX)

En el campo de concentración cercano a la ciudad de Angarsk, en la región rusa de Siberia, beato Pedro Verhun, presbítero y mártir, que en tiempo de persecución religiosa alcanzó la vida eterna con una muerte fiel.

San Teodoro de Heraclea

General del ejército en tiempo del emperador Licinio, martirizado en 319. En los primeros días del cristianismo, ser miembro del ejército no era necesariamente algo positivo. Ser un general se consideraba todavía menos positivo. Sin embargo, lo único que sabemos de seguro sobre San Teodoro de Heraclea es que era un general del ejército griego. Cuando fue decapitado por el emperador Licinio a causa de su fe. Probablemente muchas personas se sorprenderían de saber que un oficial del ejército podía también ser un cristiano de convicciones profundas. El testimonio de San Teodoro demuestra que ninguna ocupación digna es una barrera a la santidad. Una añagaza, claro está, y el santo, una vez en poder de los dioses, hechos de oro y plata, los hizo pedazos que repartió entre los pobres con gran cólera de Licinio. Nuestro capitán no hace ascos al valor material de las imágenes nefandas, y desacralizadas, reducidas a simples cachos de metal precioso, emplea estos restos en obras de caridad. Teodoro parece reunir astucia y heroísmo, fe y sentido práctico, con unas gotas de humor que le darán en el Cielo una sonrisa de mártir socarrón.