Memoria de san Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia, que insigne por el celo de las almas, por sus escritos, por su palabra y ejemplo, trabajó infatigablemente predicando y escribiendo libros, en especial sobre teología moral, en la que es considerado maestro, para fomentar la vida cristiana en el pueblo. Entre grandes dificultades fundó la Congregación del Santísimo Redentor, para evangelizar a la gente iletrada. Elegido obispo de santa Águeda de los Godos, se entregó de modo excepcional a esta misión, que dejaría quince años después, aquejado de graves enfermedades, y pasó el resto de su vida en Nocera de’Pagani, en la Campania, aceptando grandes trabajos y dificultades.
Celebran hoy: Alfons, Alfonso, Alfonso María.
Ver másEn Roma, San Pedro Favre, presbítero. Fue el primero entre los miembros de la Compañía de Jesús que mantuvo duros trabajos en distintas regiones de Europa. Murió en la ciudad de Roma, mientras se dirigía al Concilio Ecuménico de Trento.
Ver másEn el campo de concentración de Dachau, cerca de Munich, en Baviera, de Alemania, beato Alexis Sobaszek, presbítero y mártir. De nacionalidad polaca, fue deportado de manera inhumana por los invasores de su país durante la guerra y, por Cristo, murió entre tormentos en defensa de la fe.
En Winchester, en Inglaterra, sepultura de san Ethelwoldo, obispo. Compuso la famosa Concordia Regular, para restablecer la disciplina monástica que había aprendido de san Dunstán.
En Aquitania, san Severo, presbítero, que empleó sus bienes en la fundación de iglesias y en el servicio a los pobres (c. 500).
En Aosta, en los Alpes Graios, beato Emerico de Quart, obispo, admirable por su austeridad de vida y por su celo en la salvación de las almas.
En Madrid, en España, beato Bienvenido (José) de Miguel Arahal, Presbítero de los Terciarios Capuchinos de la Virgen de los Dolores y mártir, que, en el furor de la persecución contra la fe, derramó su sangre por Cristo.
En Bayeux, en la Galia Lugdunense, san Exsuperio, al que se venera como primer obispo de esa ciudad (c. s. IV).
En Marchiennes, en la Galia Bélgica, san Jonato, abad, discípulo de san Amando (c. 690),
En Rieti, de la Sabina, beato Juan Bufalari, religioso de la Orden de los Eremitas de San Agustín, joven humilde y amable, y siempre solícito para con su prójimo (c. 1336).
En Girona, en la Hispania Tarraconense, san Félix, mártir, en la persecución bajo el emperador Diocleciano (s. IV in.).
En York, en Inglaterra, beato Tomás Welbourne, mártir. Era maestro de escuela y, en el reinado de Jacobo I, fue condenado a muerte por haber aconsejado seguir al Romano Pontífice. Colgado del patíbulo, murió configurado con Cristo, Supremo Maestro.
En el bosque cercano a la ciudad de Nowogródek, en Polonia, beatas María Estrella del Santísimo Sacramento (Adelhéidis) Mardosewicz y sus diez compañeras, de la Congregación de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, vírgenes y mártires. En los funestos tiempos de guerra, fusiladas por los enemigos de la fe, entraron en la gloria de los cielos (1943). Sus nombres: Beata María Imelda de Jesús Hostia (Hedwigis Carolina) Zak, María Raimunda de Jesús y María (Ana) Kukolowicz, María Daniela de Jesús y María Inmaculada (Eleonora Aniela) Jozwik, María Canuta de Jesús en el Huerto de Getsemaní (Josefa) Chrobot, María Sergia de la Virgen Dolorosa (Julia) Rapiej, María Guidona de la Divina Providencia (Helena) Cierpka, María Felicidad (Paulina) Borowik, María Heliodora (Leocadia) Matuszewska, María Canisia (Eugenia) Mackiewicz y María Boromea (Verónica) Tarmontowicz.
En la vía Prenestina, a treinta miliarios de Roma, san Secundino, mártir (s. inc).