En Sicilia, muerte de san Eusebio, papa, valeroso testigo de Cristo, que fue deportado por el emperador Majencio a esa isla, donde dejó la patria terrena para merecer la patria celestial. Trasladado su cuerpo a Roma, fue enterrado en el cementerio de Calixto.
Ver másEn Cesarea de Capadocia, san Mamas, Mamante o Mameto, mártir, que, siendo pastor de condición muy humilde, vivió solitario en los bosques con la máxima frugalidad y, proclamando su fe en Cristo, consumó el martirio durante el imperio de Aureliano (273/274).
En Colle Etrusco, cerca de Siena, en la Toscana, beato Alberto, presbítero, que dio al pueblo un magnífico ejemplo de virtud.
En Montefalcone, de la Umbría, santa Clara de la Cruz, virgen de la Orden de los Eremitas de San Agustín, que estuvo al frente del monasterio de la Santa Cruz con un amor ardiente a la pasión de Cristo.
En Tesalónica, de Macedonia, muerte de san Elías el Joven, que fue monje según las reglas de los Padres Orientales y, después de haber sufrido mucho por parte de los sarracenos a causa de la fe, con una fortaleza de ánimo invencible llevó una vida rigurosa de oración y austeridad, tanto en Calabria como en Sicilia.
En Frisia, san Ierón, presbítero y mártir, del que se refiere que recibió la muerte a manos de los paganos normandos.
En Saumur, cerca de Angers, en Francia, santa Juana Delanoue, virgen, que, apoyada totalmente en la ayuda de la divina Providencia, acogió primeramente en su casa a huérfanas, ancianas y mujeres enfermas y de mala vida. Posteriormente, puso con sus compañeras los cimientos del Instituto de Hermanas de Santa Ana de la Divina Providencia.
En el mar frente a Rochefort, en Francia, beato Natal Hilario Le Conte, mártir, que siendo clérigo de la catedral de Bourges y encargado de la música, fue confinado en una nave durante la persecución por odio a la religión, muriendo, por Cristo, aquejado de enfermedad
En Arcaria, cerca de Milazzo, en Sicilia, beato Nicolás Politi, eremita, que llevó una vida de máxima austeridad, viviendo en una cueva.
En Cizico, en el Helesponto, san Mirón, presbítero y mártir, que, según una tradición, durante el imperio de Decio y bajo el prefecto Antípatro, fue decapitado tras sufrir muchos tormentos (s. III).