Conocemos a Lázaro por el Evangelio. Vive en Betania con sus hermanas Marta y María y son amigos de Jesús. La primera y principal fuente de información que tenemos de Lázaro es el Evangelio. Muerto tras una corta enfermedad, Jesús lo resucita ante el asombro de familiares y enterradores. Este Lázaro histórico es un ejemplo al que muchos nos gustaría aspirar. Con Jesús entre sus amigos, acogiéndolo en su casa en al menos tres ocasiones, Jesús le cuida y le quiere hasta el punto de resucitarlo.
Celebran hoy: Lázaro.
Ver másEn Andenne, de Brabante, santa Bega, viuda, la cual, después del asesinato de su marido, fundó el monasterio de la Bienaventurada Virgen María, bajo la Regla de san Columbano y san Benito.
En Roma, en el monte Celio, san Juan de Mata, presbítero, que, francés de origen, fundó la Orden de la Santísima Trinidad, para la redención de los cautivos.
En el monte Mercurio, de la Lucania, san Cristóbal de Collesano, monje, que, junto con toda su familia, trabajó para extender la vida monástica (s. XI)
En Roma, en Santa Sabina del Aventino, beato Jacinto (Enrique) Cormier, presbítero, el cual, siendo maestro general, gobernó prudentemente la Orden de Predicadores, fomentando los estudios teológicos y espirituales (1916).
En Barcelona, en España, San José Manyanet y Vives (Pare Manyanet), presbítero, que fundó las Congregaciones de Hijos e Hijas de la Sagrada Familia, para que, a ejemplo de la santa Familia de Nazaret, Jesús, María y José, todas las familias se orientaran hacia la perfección.
En el monasterio de Fulda, en Austrasia, san Esturmio, abad, discípulo de san Bonifacio, que evangelizó la Sajonia y, por mandato del maestro, edificó este célebre monasterio, que gobernó como primer abad.
En la Bretaña, san Judicael, que procuró en gran manera la concordia entre los bretones y los francos, y abdicando de su realeza, se dice que vivió en el monasterio de Saint-Méen (c. 650).
Cerca de Bruselas, en Brabante, de la Lotaringia, santa Vivina, primera abadesa del monasterio de la Beata María de Grand-Bigard.
En Jerusalén, san Modesto, obispo, el cual, después de que la Santa Ciudad fue conquistada y devastada por los árabes, reconstruyó monasterios y los llenó de monjes, y con mucho trabajo rehizo los santuarios destruidos por el incendio.