Santos del día 17 de noviembre

Santa Isabel de Hungría (s. XIII)

Memoria de santa Isabel de Hungría, que, siendo casi una niña, se casó con Luis, langradve de Turingia, a quien dio tres hijos, y al quedar viuda, después de sufrir muchas calamidades y siempre inclinada a la meditación de las cosas celestiales, se retiró a Marburgo, en un hospital que ella misma había fundado, donde, abrazándose a la pobreza, se dedicó al cuidado de los enfermos y de los pobres hasta el último suspiro de su vida, que fue a los veinticinco años de edad.

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San Gregorio Taumaturgo (s. III)

En Neocesarea, del Ponto, san Gregorio, obispo, que, siendo aun adolescente, abrazó la fe cristiana, fue progresando en las ciencias divinas y humanas, y, ordenado obispo, brilló por su doctrina, virtudes y trabajos apostólicos. Por los incontables milagros que realizó, se le llamó "Taumaturgo".

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Santa Victoria de Córdoba (s. IV)

En la ciudad de Córdoba, en la Hispania Bética, santos Acisclo y Victoria, mártires.

Celebran hoy: Vicki, Vicky, Victoria.

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San Hugo de Noaria (s. XII)

En Noaria, de Sicilia, san Hugo, abad, que, enviado por san Bernardo de Claraval, estableció la Orden cisterciense allí mismo y en Calabria.

San Hugo de Lincoln (s. XIII)

En Lincoln, en Inglaterra, san Hugo, obispo, que era monje cartujo cuando fue llamado a regir la iglesia de esta ciudad, donde realizó un trabajo excelente, lo mismo en la defensa de las libertades de la Iglesia que en arrancar a los judíos de las manos de sus enemigos.

Beata Salomé de Cracovia (s. XIII)

En Cracovia, de Polonia, beata Salomé, reina de Halicz (Galizia), que, fallecido su esposo, el rey Colomano, profesó la Regla de las clarisas y desempeñó santamente el cargo de abadesa en un monasterio fundado por ella misma.

San Namacio de Vienne (s. VI)

En Vienne, de la Burgundia, san Namacio, obispo, que desempeñó rectamente los mimos oficios civiles que rigió y honró la sede episcopal.

Beato Lope Sebastián Hunot (s. XVIII)

En el mar ante la ciudad de Rochefort, en Francia, beato Lope Sebastián Hunot, presbítero de Sens y mártir, que durante la Revolución Francesa, por su condición de sacerdote, fue arrojado a una vieja nave allí anclada, donde padeció toda la dureza de la cautividad y completó el martirio víctima de las fiebres.

San Lázaro de Constantinopla

En Constantinopla, san Lázaro, monje, nacido en Armenia, que insigne en la pintura artística de imágenes sagradas, al negarse a destruir sus obras por orden del emperador iconoclasta Teófilo, fue atormentado con crueles suplicios, pero después, apaciguadas las controversias sobre el debido culto a las imágenes, el emperador Miguel III le envió a Roma para afianzar la concordia y unidad de toda la Iglesia (c. 867).

San Juan del Castillo (s. XVII)

En Asunción, del Paraguay, san Juan del Castillo, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que en el poblado de las reducciones fundado en el mismo año por san Roque González y encomendado a sus cuidados, por mandato de un individuo aficionado a artes mágicas, fue maltratado con crueles suplicios y finalmente apedreado, muriendo por Cristo.

Beato Josafat Kocylovskyj (s. XX)

En la ciudad de Capaivca, en el territorio de Kiev, en Ucrania, beato Josafat Kocylovskyj, obispo de Przemysl y mártir, que durante la opresión a su patria por un régimen enemigo de Dios, entregó su alma como fiel discípulo de Cristo.

San Florino de Rëmus (s. IX)

En Rëmus, de la Recia, san Florino, presbítero, fielmente dedicado a la cura parroquial.

Santos Zaqueo de Cesarea (s. IV)

En Cesarea de Palestina, santos Alfeo y Zaqueo, mártires, que por confesar con todas sus fuerzas a Dios y a Jesucristo Rey, después de muchos tormentos fueron condenados a muerte, en el primer año de la persecución ordenada por el emperador Diocleciano.

San Aniano de Orleáns (s. V)

En Orleáns, de la Galia Lugdunense, san Aniano, obispo, que, confiando sólo en Dios, cuyo auxilio no cesaba de pedir con oraciones y lágrimas, liberó a su ciudad, asediada por los hunos (c. 453).

Santa Ilda de Inglaterra
San Raveriano monje
Santa Hilda de Whitby (s. VII)

En Whitby, de Nortumbría, santa Hilda, abadesa, la cual, después de abrazar la fe y recibir los sacramentos de Cristo, puesta al frente de su monasterio, tanto se entregó a la formación de los monjes y monjas en la vida regular, al mantenimiento de la paz y la armonía, al trabajo y a la lectura de las divinas Escrituras, que parecía realizar en la tierra tareas celestiales.

San Alfeo de Cesarea (s. IV)

En Cesarea de Palestina, santos Alfeo y Zaqueo, mártires, que por confesar con todas sus fuerzas a Dios y a Jesucristo Rey, después de muchos tormentos fueron condenados a muerte, en el primer año de la persecución ordenada por el emperador Diocleciano.

San Acisclo de Córdoba (s. IV)

En Córdoba, en la provincia hispánica de la Bética, san Acisclo, mártir (s. IV).