San Jenaro, obispo de Benevento, mártir por Cristo en Puzzuoli, cerca de Nápoles, en la Campania, en tiempo de persecución contra la fe cristiana (s. IV).
Celebran hoy: Jenaro.
Ver másEn Frisinga, en Baviera, de Alemania, san Lantberto, obispo.
En Sínada, de Frigia, san Trófimo, mártir (s. inc.).
En Canterbury, en Inglaterra, san Teodoro, obispo, antes monje de Tarso, que elevado al episcopado por el papa san Vitaliano y enviado a Inglaterra casi septuagenario, moderó con fortaleza de ánimo la Iglesia a él encomendada.
En el monasterio de Cestre (hoy Saint-Seine-l’Abbaye), en el territorio de Langres, también en la Galia, san Secuano, presbítero y abad (s. VI).
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santa Pomposa, virgen y mártir, la cual, durante la persecución por los sarracenos, sabedora del martirio de santa Columba, salió a escondidas del monasterio cordobés de Peñamelera y confesó intrépida a Cristo ante el juez, siendo inmediatamente degollada ante las puertas del palacio y consiguiendo así la palma del martirio.
En el territorio de Bourges, en Aquitania (hoy Francia), san Mariano, eremita, que sólo se alimentaba de manzanas agrestes y a veces de miel, si la encontraba (s. VI).
En Villefranche, en la región de Rodez, en Francia, santa María Guillerma Emilia de Rodat, virgen, fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Sagrada Familia, dedicadas a la educación de niñas y a ayuda para los necesitados.
En Barcelona, en la región española de Cataluña, santa María de Cervelló, virgen de la Orden de Santa María de la Merced, llamada popularmente María del Socorro por la ayuda prestada a sus devotos.
En Ciempozuelos, cerca de Madrid, en España, beato Jacinto Hoyuelos González, religioso de la Orden de San Juan de Dios y mártir, que, confesando a Cristo, coronó su vida con un glorioso martirio en la persecución contra la Iglesia durante la contienda civil.
En Metz, de Austrasia (hoy Francia), san Goerico o Abbón, obispo, sucesor de san Arnulfo, a quien trasladó con veneración a esta ciudad (c. 642).
En Benifayó, en la provincia de Valencia, también en España, beata Francisca Cualladó Baixauli, virgen y mártir, que derramó su sangre por su fe en Cristo en la persecución religiosa.
En Tours, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Eustoquio, obispo, que, procedente del gremio senatorial, cual varón santo y religioso sucedió a san Bricio de Tours en la sede episcopal.
En Seúl, de Corea, pasión de san Carlos Hyon Song-mun, mártir, que, siendo catequista, hizo largas y difíciles gestiones para facilitar la llegada de misioneros a su país, y finalmente encarcelado junto con otros cristianos, nunca dejó de exhortar a los compañeros hasta, por Cristo, morir decapitado.
En Buonvicino, cerca de Cosenza, en Calabria, san Ciríaco, abad.
En Gap, de la Provenza, en Francia, san Arnulfo, obispo, que sufrió mucho para restaurar la vida de la Iglesia (c. 1075).
En Madrid, capital de España, san Alonso de Orozco, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que, encargado de la predicación en el palacio del rey, se mostró austero y humilde.