Nació en México en 1580. Muy joven entró en la Orden de San Agustín. Ya sacerdote, pidió ser enviado a las misiones. Con Fray Pedro Solís, viajó en 1605 a Manila en donde ocupó primero durante seis años el cargo de maestro de novicios. Por fin, en 1612, se embarcó para Japón. En 1613 el emperador Taicosama expulsó a todos los misioneros. Bartolomé regresó a Manila, pero a petición de sus fieles, al cabo de cinco años pudo volver disfrazado a Japón, donde trabajó quince años. Al fin, traicionado, lo aprehendieron, y después de muy crueles suplicios, lo hicieron morir a fuego lento en Omura, Japón, el 3 de septiembre de 1632. Fue beatificado por el Papa Pío IX el 22 de mayo de 1867.
Ver másEn Aviñón, de la Provenza, en Francia, san Agrícola, obispo, que después de llevar vida monástica en la isla de Lérins, sucedió en el episcopado a su padre, san Magno, de quien había sido auxiliar (c. 700).
En el monte Soracte, en la vía Flaminia, del Lacio, san Nonoso, abad (c. 570).
En Skänninge, ciudad de Suecia, beata Ingrid Elofsdotter, que, al enviudar, dedicó todos sus bienes al servicio del Señor, vistiendo el hábito dominicano tras una peregrinación a Tierra Santa.
En Apamea, de Siria, san Antonino, mártir de la fe, de quien se dice que, siendo lapicida, los paganos le mataron por destruir ídolos gentiles cuando tenía veinte años de edad (s. IV).
En el monte Carmelo, en Palestina, cerca de la fuente de Elías, beato Brocardo, prior de los eremitas, a quienes san Alberto, obispo de Jerusalén, dio la Regla de vida, para conducirse día y noche vigilantes en la oración y en la meditación de la ley del Señor.
En el Piceno, de Italia, san Elpidio, cuyo nombre adoptó el pueblo que conserva su venerado cuerpo (c. s. XI).
En Edesa (hoy Urfa), en el territorio de Osroenes (Orrhoë), de Mesopotamia septentrional, san Habib, diácono y mártir, que, en tiempo del emperador Licinio, fue condenado a ser arrojado al fuego por orden del prefecto Lisanias.
En Tarragona, de Hispania, san Próspero, obispo (s. IV/V).
En Autun, de Burgundia (hoy Borgoña, en Francia), san Siagrio, obispo, cuya ciencia y celo brillaron en los concilios donde intervino (599/600).
En Nicomedia, de Bitinia (hoy Turquía), san Zenón, mártir (s. III).