Conmemoración de san Elías Tesbita, profeta del Señor en tiempo de Ajab y Ococías, reyes de Israel, que defendió los derechos del único Dios ante el pueblo infiel a su Señor, con tal valor que prefiguró no sólo a Juan Bautista sino al mismo Cristo. No dejó oráculos escritos, pero se le ha recordado siempre fielmente, sobre todo en el Monte Carmelo.
Celebran hoy: Elia, Eliana, Elías, Eloi.
Ver másSan Apolinar, obispo, que al mismo tiempo que propagaba entre los gentiles las insondables riquezas de Cristo, iba delante de sus ovejas como buen pastor, y es tradición que honró con su ilustre martirio a la iglesia de Classe, cerca de Rávena, en la vía Flaminia, pasando al banquete eterno el día veintitrés de julio (c. s. II).
En Cartago, san Aurelio, obispo, firmísimo pilar de la Iglesia, que trabajó para que sus fieles no se dejasen arrastrar por las reinantes costumbres paganas y puso su sede episcopal en el mismo lugar donde existía un simulacro de la diosa Celeste.
En Hildesheim, ciudad de Sajonia, en Germania, beato Bernardo, obispo, que, pese a ser ciego, rigió su Iglesia durante veintitrés años.
Conmemoración del bienaventurado José, llamado "Bársabas", y por sobrenombre "el Justo", discípulo de Cristo, que, junto con san Matías, los seguidores del Señor presentaron a ambos ante los apóstoles para que uno de ellos desempeñase la misión apostólica en sustitución de Judas, pero aunque la suerte recayó en Matías, no obstante ello también sirvió al Señor con su predicación y con su santidad.
En la ciudad de Nam Dinh, en Tonquín, san José María Díaz Sanjurjo, obispo, de la Orden de Predicadores y mártir, que durante la persecución ordenada por el emperador Tu Duc fue condenado a muerte en odio a la fe cristiana.
En el lugar de Daliucun, en Wuyi, en la misma provincia china, santa María Fu Guilin, maestra, que durante la misma persecución fue entregada a los enemigos del Evangelio, siendo decapitada mientras invocaba a nuestro Salvador Jesucristo.
En Antioquía de Pisidia (actualmente, Yalvaç), santa Marina o Margarita, que es tradición que consagró su cuerpo a Cristo con su virginidad y con su martirio.
En Córdoba, ciudad de la región hispánica de Andalucía, san Pablo, diácono y mártir, que, aleccionado con el ejemplo y la palabra de san Sisenando, no temió echar en cara a príncipes y dignatarios sarracenos la falsedad de su culto, por lo que murió confesando a Cristo como verdadero Dios.
En el pueblo de Lujiazhuang, cerca de Yinngxian, en la misma provincia china de Hebei, san Pedro Zhou Rixin, mártir, quien durante la citada persecución afirmó ante el prefecto, que se lo exigía, que no podía abjurar de Dios Creador del mundo, por lo que fue decapitado.
En la región de Boulogne, en la Galia, san Vulmaro, presbítero, que siendo humilde pastor con un gran interés por instruirse, adquirió una buena formación y fue ordenado sacerdote, viviendo como los antiguos padres del desierto y, más tarde, en Hautmont, del Hainaut, en los bosques de su patria, fundó dos monasterios: uno de monjes y otro de vírgenes.
En el lugar de Dechao, igualmente en Hebei, conmemoración de san Xi Guizi, mártir, que cuando aún no era más que catecúmeno, ante una multitud alborotada se confesó cristiano, siendo bautizado con la sangre que brotaba de sus heridas.