En Langres, en la Galia Lugdunense, martirio de san Desiderio, obispo, de quien se narra que al constatar que su grey era vejada por los vándalos, se dirigió a su rey para suplicar por ella, pero fue condenado a muerte por aquél y se entregó libremente por las ovejas que le habían sido confiadas (c. 355).
Ver másEn Gembloux, en la comarca de la Lotaringia, en Lieja, sepultura de san Guiberto, monje, que, habiendo abandonado sus insignias militares y abrazado la disciplina de la vida monástica, construyó un cenobio en un terreno de su heredad, entrando él mismo en el monasterio de Gorze.
En Nápoles, en la Campania, san Efebo, obispo, que gobernó santamente al pueblo de Dios y le sirvió con fidelidad (s. IV).
En Roma, san Juan Bautista de Rossi, presbítero, que atendió en la Ciudad Santa a los miserables y a los más desfavorecidos, y les imbuyó de santa doctrina.
En Sinada, de Frigia (hoy Çifitkasaba, en Turquía), san Miguel, obispo, el cual, siendo hombre pacífico, favoreció la paz y la concordia entre griegos y latinos, pero fue enviado al exilio lejos de su patria a causa del culto de las imágenes sagradas.
En la región de Nursia, en la Umbría, conmemoración de san Eutiquio, abad, que, según narra el papa san Gregorio I Magno, primero llevó vida solitaria con san Florencio y procuró conducir a muchos hacia Dios a través de la exhortación, y luego gobernó santamente un monasterio cercano (c. 487).
En Subiaco, en el Lacio, conmemoración de san Honorato, abad, que gobernó sabiamente el monasterio donde antes había vivido san Benito (s. VI).
En Niza, en la Provenza, san Siagrio, obispo, que edificó un monasterio sobre el sepulcro de san Poncio.
En Nursia, san Spes, abad, que durante cuarenta años soportó la ceguera con admirable paciencia (c. 517).