San Juan de Capistrano, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, que luchó en favor de la disciplina regular, estuvo al serviciode la fe y costumbres católicas en casi toda Europa, y con sus exhortaciones y plegarias sustentó el fervor del pueblo fiel, defendiendo también la libertad de los cristianos. En la localidad de Ujlak, junto al Danubio, en el reino de Hungría, descansó en el Señor.
Ver másEn Santiago de Chile, es una figura destacada en la Iglesia católica en Chile. Alberto Hurtado Cruchaga nació en Viña del Mar, el 22 de enero de 1901. El 14 de agosto de 1923 entró a la Compañía de Jesús en Chillán, ordenado sacerdote el 24 de agosto de 1933 en Lovaina, regresó a Chile el 1936. Profesor, escritor y director espiritual, se dedicó con afán a los pobres, promovió el sindicalismo de inspiración cristiana y se despertó en el Señor el 18 de agosto de 1952.
En la archidiócesis de Lviv, San Zygmunt Gorazdowski, sacerdote, nacido en Sanok (Polonia) el 1845. Promovió numerosas obras para sacerdotes, jóvenes, enfermos y pobres. fundó un nuevo periódico, varias instituciones de beneficencia y la Congregación de las Religiosas de San José. Murió el 1 de enero de 1920 en Lviv (Ucrania)
En York, en Inglaterra, beato Tomás Thwing, presbítero y mártir, que, acusado falsamente de conspiración, por orden del rey Carlos II fue ahorcado y descuartizado, alcanzando así la palma del martirio.
En la ciudad de Tho-Duc, en Annam, san Pablo Tong Viet Buong, mártir, que, siendo soldado, sufrió la muerte por Cristo en tiempo del emperador Minh Mang.
En Reims, en Francia, beato Arnoldo (Julián Nicolás) Rèche, hermano del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que, dócil a la acción del Espíritu Santo, se entregó por completo a la formación de los jóvenes en su condición de maestro, mostrándose asiduo a la oración.
En la localidad de El Saler, cerca de Valencia, también en España, beato Leonardo Olivera Buera, presbítero y mártir, que durante la misma persecución religiosa imitó la pasión de Cristo, mereciendo alcanzar el premio eterno.
En Pavía, de la provincia de Liguria, conmemoración de san Severino Boecio, mártir, insigne por su ciencia y sus escritos, que estando encarcelado compuso un tratado sobre la consolación de la filosofía y sirvió a Dios con fidelidad hasta la muerte que le infligió el rey Teodorico.
En Rouen, de Neustria, san Román, obispo, que abatió los símbolos de los paganos que eran aún venerados en su ciudad, convenció a los buenos a mejorar y a los malos a abandonar su modo de actuar.
En la ciudad de Colonia, en Germania, conmemoración de san Severino, obispo, digno de alabanza por sus virtudes.
San Jozef Bilczewski, nació en Wilamowice (Polonia), arzobispo de Lviv de los Latinos desde 1900, fue un punto de referencia para católicos, ortodoxos y judíos durante la primera guerra mundial y posteriores conflictos, murió el 20 de marzo de 1923 en Lviv (Ucrania).
En Antioquía, de Siria, san Teodoreto, presbítero y mártir, que, según narra la tradición, fue apresado por Julián el Apóstata, regente de Oriente y, por persistir en la confesión de la fe cristiana, fue martirizado.
San Gaetano Catanoso nació el 14 de febrero de 1879 en Chorio di San Lorenzo (Italia). Sacerdote de la archidiócesis de Reggio Calabria-Bova. Fundó las Hermanas Verónicas del Santo Rostro. Murió en Reggio, Calabria el 4 de abril de 1963.
En Mantua, ciudad de la Lombardía, beato Juan Bono, eremita, que, siendo joven, abandonó a su madre y vagó por diversas partes de Italia, haciendo de malabarista y comediante. A los cuarenta años, con motivo de una enfermedad, prometió a Dios abandonar el mundo para darse a Cristo y a la Iglesia en el amor y la penitencia, fundando una congregación a la que dio la Regla de san Agustín.
En Milán, también de la Lombardía, beato Juan Ángel Porro, presbítero de la Orden de los Siervos de María, que, siendo prior del convento, todos los días festivos estaba en la puerta de la iglesia o recorría las calles, para reunir a los niños y enseñarles la doctrina cristiana.
En Siracusa, ciudad de Sicilia, san Juan, obispo, de quien el papa san Gregorio I Magno alabó las costumbres, la justicia, la sabiduría, el modo de aconsejar y el cuidado de los bienes de la Iglesia.
En Constantinopla, san Ignacio, obispo, que, por haber reprendido al césar Bardas por el repudio de su legítima esposa, fue objeto de injurias y desterrado. Restituido a su sede por intervención del papa san Nicolás I, descansó en la paz del Señor.
En Rumsey, en Inglaterra, santa Etelfleda, que, aún adolescente, se consagró al Señor en el monasterio fundado por su padre Etelwodo y, elegida abadesa, lo gobernó durante largos años hasta su muerte.
En la región de Herbauge, cerca de Poitiers, en Aquitania, de la Galia, san Benito, presbítero.
En Campugliano, de la Toscana, san Alucio, pacífico hacedor de bien hacia los pobres y peregrinos y liberador de cautivos.