Vive en la segunda mitad del siglo III en la península Itálica. Es un hombre religioso y bueno, del que escasas noticias nos han llegado hasta hoy. Pero vive en la época de las persecuciones de Diocleciano, y es fácil descubrir a Gregorio en la prohibida devoción cristiana. Hecho preso, es acusado de no querer sacrificar a los dioses y de afirmar que sólo un Dios merece adoración. Muere mártir en el año 303.
Celebran hoy: Gregorio, Gregory.
Ver másEn Tréveris, de Austrasia, santa Irmina o Irma, abadesa del cenobio de Oeren, que, siendo una matrona consagrada a Dios, fundó un pequeño monasterio en su villa de Echternach, lo dotó y lo donó a san Vilibrordo (c. 710).
En Bolonia, de la Emilia, beato Bartolomé María dal Monte, presbítero, que predicó la Palabra de Dios al pueblo cristiano y al clero en muchas regiones de Italia, y fundó para este fin la Pía Obra de las Misiones.
En Burdeos, de Aquitania, san Delfín, obispo, el cual, unido a san Paulino de Nola con una estrecha amistad, trabajó diligentemente para rechazar los errores de Prisciliano (c. 404).
En Roma, conmemoración de santa Tarsila, virgen, cuya continua oración, gravedad de vida y singular abstinencia alaba san Gregorio I Magno, su sobrino (c. 593).
En Comonte, de Bérgamo, en la Lombardía, beata Paula Elisabet (Constancia) Cerioli, la cual, después de enviudar, fundó el Instituto Bergomense de la Sagrada Familia, para la educación de los niños analfabetos y huérfanos.