Santos del día 25 de agosto

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San José de Calasanz (s. XVII)

San José de Calasanz, fundador de la Orden de las Escuelas Pías, primero en evangelizar en "la Piedad y Las Letras" a todos los niños pobres y ricos, nacido en Peralta de la Sal, fue el primer hombre en crear un sistema educativo gratuito del mundo a cualquier niño de cualquier clase social y de cualquier culto religioso, siguiendo a Dios al Escuchar la voz del Señor, que le dijo: "José, entrégate a los pobres. Enseña a estos niños y cuida de ellos". Murió en Roma, Italia, a los 91 años de edad. El Papa Pío XII le declaró en 1948 "celestial patrono de todas las escuelas populares cristianas".

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Santa Patricia de Nápoles

Virgen mártir que dio su vida en Nápoles en las persecuciones del imperio romano y allí es venerada como patrona.

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San Ginés de Arlés (s. IV)

En Arlés, de la Provenza, san Genesio, mártir, que todavía catecúmeno y desempeñando el oficio de escribano, al negarse a actuar contra los cristianos buscó la salvación en la huida, pero, detenido por los soldados, fue bautizado con su propia sangre. Patrón de Notarios, escribanos y secretarios.

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San Aredio (s. VI)

En Attane, en el territorio de Limoges, en Aquitania, san Aredio, abad, que compuso una Regla llena de sabiduría para el cenobio que había fundado, extraída de los escritos de distintos autores de vida monástica.

San Geruncio de Itálica (s. IV)

En Itálica, cerca de Hispalis, en la provincia hispánica de Bética, san Geruncio, obispo, que, según la tradición, murió en la cárcel (s. IV).

San Gregorio de Utrecht (s. VIII)

En Utrech, de Gueldres, en Austrasia, san Gregorio, abad, que, siendo todavía un adolescente, siguió fielmente a san Bonifacio cuando intentaba la conversión de Hesse y Turingia. Posteriormente, y por mandado del mismo, dirigió como abad el monasterio de San Martín y gobernó la iglesia de Utrech.

Beato Luis Urbano Lanaspa (s. XX)

En Valencia, de España, beato Luis Urbano Lanaspa, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que llevó a cabo una gloriosa prueba por Cristo.

San Luis IX de Francia (s. XIII)

San Luis IX, rey de Francia, que, tanto en tiempo de paz como durante la guerra para defensa de los cristianos, se distinguió por su fe activa, su justicia en el gobierno, el amor a los pobres y la paciencia en las situaciones adversas. Tuvo once hijos en su matrimonio, a los que educó de una manera inmejorable y piadosa, y gastó sus bienes, fuerzas y su misma vida en la adoración de la Cruz, la Corona y el sepulcro del Señor, hasta que, contagiado de peste, murió en el campamento de Túnez, en la costa de África del Norte.

San Menas de Constantinopla (s. VI)

En Constantinopla, san Menas, obispo, que, ordenado por el papa san Agapito, restableció la comunión temporalmente rota con el papa Vigilio y dedicó la gran iglesia, construida por el emperador Justiniano, en honor a la Divina Sabiduría.

Beata María Cabanillas (s. XIX)

En Córdoba, ciudad de la República Argentina, beata María del Tránsito de Jesús Sacramentado Cabanillas, virgen, que se dedicó con empeño a la formación cristiana de la infancia pobre y abandonada, fundando en ese país el Instituto de las Hermanas Misioneras de la Tercera Orden de San Francisco.

Beato Pablo Juan Charles (s. XVIII)

En un viejo navío anclado ante la costa de Rochefort, en Francia, beato Pablo Juan Charles, presbítero y mártir, que siendo prior en la Orden Cisterciense, en el furor de la Revolución Francesa fue conducido por los perseguidores, por el hecho de ser sacerdote, desde el monasterio de las Sept Fonts a la cárcel naval, en donde murió consumido por el hambre y la enfermedad.

San Severo de Agde (s. V)

En Agde, en la Galia Narbonense, san Severo, abad del monasterio que él mismo fundó en esta ciudad (s. V).

Santo Tomás Cantelupe (s. XIII)

En Montefiascone, de la Toscana, muerte de santo Tomás Cantelupe, obispo de Hereford, en Inglaterra, quien, célebre por sus conocimientos, se mostró severo para consigo mismo, pero excepcionalmente espléndido para con los pobres.