San Agustín, obispo de Canterbury, en Inglaterra, el cual, habiendo sido enviado junto con otros monjes por el papa san Gregorio I Magno para predicar la palabra de Dios a los anglos, fue acogido de buen grado por el rey Etelberto de Kent, e imitando la vida apostólica de la primitiva Iglesia, convirtió al mismo rey y a muchos otros a la fe cristiana y estableció algunas sedes episcopales en esta tierra. Murió el día 26 de mayo (604/605).
Ver másEn el lugar de Nakiwubo, en Uganda, san Atanasio Bazzekuketta, mártir, quien siendo uno de los pajes de la casa real, y recientemente bautizado, mientras era conducido al lugar del suplicio con algunos otros por su fe en Cristo, rogó a los verdugos que le matasen allí mismo, y culminó el martirio batido a golpes.
En Wurzburgo (Würzburg), de Franconia, en Alemania, san Bruno, obispo, que reconstruyó la iglesia catedral, reformó el clero y explicó al pueblo las Sagradas Escrituras.
En Orange, de la Provenza, san Eutropio, obispo (c. 475).
En el monasterio de Montsalvy, en Auvernia, de Aquitania, san Gausberto, presbítero y ermitaño, que por sus trabajos, aquel lugar, antes espantoso, se convirtió en un hospicio para acoger a los peregrinos.
En la aldea de Lubawo, en Uganda, san Gonzaga Gonza, mártir, que era uno de los sirvientes del rey, y estando impedido por los grilletes, mientras era conducido a la hoguera fue traspasado con lanzas por los verdugos (1886).
En Dorostoro, en la Mesia Inferior (Danubio Inferior), san Julio, mártir, que por ser veterano y licenciado de la milicia fue apresado por los oficiales y entregado al gobernador Máximo en época de persecución, y al maldecir en su presencia a los ídolos y confesar hasta el fin el nombre de Cristo, fue condenado a muerte (c. 302).
En la vía Nomentana, en el miliario décimosexto desde la ciudad de Roma, san Restituto, mártir (c. s. IV).