Memoria de san Vicente Paúl, presbítero, que lleno de espíritu sacerdotal y entregado en París al servicio de los pobres, veía el rostro del Señor en cada persona doliente. Fundó la Congregación de la Misión (Paúles), al modo de la primitiva Iglesia, para formar santamente al clero y subvenir a los necesitados, y con la cooperación de santa Luisa de Marillac, fundó también la Congregación de Hijas de la Caridad.
Ver másEn Fara, cerca de Cingoli, en el Piceno, de Italia, san Bonfilio, que, siendo obispo de Foligno, estuvo diez años en Tierra Santa y, al regresar a Italia, se retiró al monasterio de Storaco, del que había sido abad, muriendo finalmente en soledad (c. 1115).
En Milán, en la Galia Traspadana (margen izquierda del Po), san Cayo, obispo (s. III).
En París, en Francia, san Elzearo de Sabran, conde de Arian, que viviendo la virginidad y todas las virtudes con su esposa, la beata Delfina, murió en la flor de la edad.
En Sedunum (hoy Brémur), entre los eduos, en la Galia (hoy Francia), san Florentino, que, según la tradición, fue degollado por los vándalos juntamente con san Hilario (s. V).
En el cenobio de Liesse, en Hannonia, de Austrasia (hoy Bélgica), santa Hiltrudis, virgen, que vivió piadosamente retirada con su hermano Guntando, abad (post 800).
En una decrépita nave anclada frente a Rochefort, en el litoral norte de Francia, beato Juan Bautista Laborier du Vivier, diácono y mártir en tiempo de persecución contra la Iglesia, que, a causa de su estado clerical, fue condenado a cruel cautividad y murió consumido por grave enfermedad.
En la ciudad de Pistoia, de la región de la Toscana, en Italia, beato Lorenzo de Ripafratta, presbítero de la Orden de Predicadores, que vivió fielmente durante sesenta años la vida regular con dedicación asidua a la pastoral sacramental de la Penitencia.