En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Maximino, obispo, que, como valiente defensor de la integridad de la fe frente a los arrianos, acogió fraternalmente a san Atanasio de Alejandría y a otros obispos desterrados y, siendo expulsado de su sede por sus enemigos, murió en Poitiers, su tierra natal (c. 346).
Celebran hoy: Maximino.
Ver másEn Pisa, de la Toscana, santa Bona, virgen, que peregrinó piadosa y repetidamente a Tierra Santa, Roma y Compostela. Patrona de azafatas, mensajeros y pelegrinos
En Rávena, de la Flaminia, san Exuperancio, obispo, que gobernó prudentemente esta Iglesia en la época en que el rey Odoacro se apoderó de Italia y de la ciudad (430/476-477).
En Pisa, de la Toscana, beata Gerardesca, viuda, que pasó su vida dedicada a las alabanzas y al trato con el Señor en una celda, cerca del monasterio camaldulense de San Sabino (c. 1269).
En Mâcon, de Borgoña, san Gerardo, que, siendo primero monje, fue elegido obispo de esta ciudad, retirándose más tarde a llevar vida solitaria en un bosque (c. 940).
En Avignonet, cerca de Toulouse, en Francia, beatos Guillermo Arnaud y sus diez compañeros, los cuales, unidos en la tarea de contrarrestar el daño causado por los cátaros, mediante engaño fueron apresados por su fe en Cristo y su obediencia a la Iglesia Romana, siendo muertos a espada en la noche de la Ascensión del Señor, mientras cantaban a una voz el Te Deum. Sus nombres son los siguientes: beatos Bernardo de Roquefort, García d’Aure, Esteban de Saint-Thierry; Raimundo de Cortisan, de sobrenombre Escribán, canónigo; Bernardo; Pedro d’Arnaud, Fortanerio y Ademaro, clérigos; y el Prior de Avignonet, cuyo nombre se ignora.
En Antioquía, en Siria, san Hesiquio Palatino, mártir, que durante la persecución en tiempo del emperador Diocleciano, al escuchar la orden de que quien no sacrificase a los ídolos debía desprenderse de sus insignias militares, se despojó de ellas y por este motivo fue arrojado al río Orontes con una gran piedra atada a su mano derecha (c. 303).
En el lugar llamado Roma, en Basutolandia, en África del Sur, beato José Gerard, presbítero de los Oblatos de María Inmaculada, el cual primero anunció a Cristo en la provincia de Natal, y luego, principal e infatigablemente, entre el pueblo de los basutos, .
En York, en Inglaterra, beato Ricardo Thirkeld, presbítero y mártir, el cual, habiendo sido condenado a muerte en tiempo de la reina Isabel I por ser sacerdote y porque había reconciliado a muchas personas con la Iglesia Católica, fue llevado al patíbulo para ser torturado.
En Milán, de la provincia de Liguria, san Senador, obispo, a quien el papa san León Magno había enviado como legado a Constantinopla cuando era aún presbítero (c. 480).
En Roma, beata Úrsula (Julia) Ledóchowska, virgen, que fundó el Instituto de Hermanas Ursulinas del Corazón de Jesús Agonizante, emprendió fatigosos viajes por Polonia, Escandinavia, Finlandia y Rusia, y murió finalmente en Roma