Era hija de un noble romano y debido a su profesión de fe, le arrestaron y llevaron ante el emperador Alejandro Severo. Pero este príncipe fue tolerante con los Cristianos y su gobierno marcó un periodo de calma para la Iglesia. La historia de la Santa se produjo en 1634, 1400 años después de su martirio. Entonces, al restaurar las famosas iglesias romanas, se hallaron la reliquias de la mártir y se propuso la devoción a Santa Martina.
Celebran hoy: Martina.
Ver másEn el monasterio de san Benito de Maredsous, en Bélgica, beato Columba (José) Marmión, que, nacido en Irlanda y ordenado sacerdote, llegó a ser abad de aquel monasterio benedictino, donde se distinguió como padre del cenobio, guía de almas en el camino de la santidad y por su riqueza en doctrina espiritual y elocuencia.
En Tonquín (hoy Vietnam del Norte), santo Tomás Khuong, presbítero y mártir, que en la persecución bajo el emperador Tu Duc confesó con gran fuerza de ánimo que era cristiano y, encarcelado, de rodillas ante la cruz fue decapitado con un hacha.
Pasión de san Teófilo, apellidado el Joven, mártir, que, siendo prefecto de la armada cristiana, fue apresado en Chipre y conducido a la presencia de Harun ar-Rashid, califa supremo de los sarracenos, y dado que ni las amenazas ni las promesas pudieron hacerle apostatar de Cristo, fue herido de muerte con la espada.
En la ciudad de Gdeszyn, en Polonia, beato Segismundo Pisarski, presbítero y mártir, que durante la guerra, por no renunciar a su fe ante los perseguidores, fue fusilado junto a su parroquia.
En Turín, ciudad del Piamonte, en Italia, beato Sebastián Valfré, presbítero de la Congregación del Oratorio, que con su entrega desinteresada ayudó a pobres, enfermos y encarcelados, y condujo a muchos hacia Cristo con su amistad y su eximia caridad.
En la ciudad de Seúl, en Corea, san Pablo Ho Hyob, mártir, que, siendo soldado, fue encarcelado por confesarse cristiano y, sometido a tormento, sus fuerzas cedieron y pareció que se retractaba, pero, arrepentido, él mismo se presentó ante el juez confirmando su fe en Cristo, por lo cual, encarcelado de nuevo, después de largo tiempo falleció a consecuencia de los golpes recibidos.
En Malonne, lugar de Bélgica, san Muciano María Viaux, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que dedicó toda su vida con constancia y generosidad a la formación de los jóvenes.
En Jerusalén, san Matías, obispo, que, después de soportar muchas contradicciones por Cristo, descansó en paz (s. II).
En Dublín, ciudad de Irlanda, tránsito del beato Francisco Taylor, mártir, el cual, siendo padre de familia, pasó siete años en la cárcel por razón de su fe católica, y después de soportar tribulaciones y ancianidad, terminó su martirio bajo el reinado de Jacobo I.
En la ciudad de Guadalajara, en México, san David Galván, presbítero y mártir, que durante la persecución mexicana obtuvo la corona del martirio defendiendo la santidad del matrimonio, siendo fusilado por un soldado, sin previo juicio.
En la ciudad de Tortosa, en España, beato Manuel Domingo y Sol, presbítero, que instituyó la Sociedad de Sacerdotes Operarios, para fomentar las vocaciones sacerdotales.
En la villa de Torrent, en España, beata Carmela García Moyón, mártir, maestra de la doctrina cristiana, que en la cruel persecución religiosa fue violada y quemada viva por causa de su fe en Cristo.
En la ciudad de Pavía, en la Lombardía (hoy Italia), san Armentario o Armentaro, obispo, que colocó solemnemente en la basílica de San Pedro in Cælo Aureo el cuerpo de san Agustín, trasladado por el rey Liutprando.
En la ciudad de Burgos, en Castilla la Vieja, región de España, san Adelelmo o Lesmes, abad, que convirtió en monasterio la capilla de San Juan y el hospital de pobres contiguo.
En la ciudad de Viterbo, en el Lacio (hoy Italia), santa Jacinta Mariscotti, virgen, de la Tercera Orden Regular de San Francisco, la cual, después de perder quince años entregada a vanos deleites, abrazó con ardor la conversión y promovió confraternidades para consolar a los ancianos, fomentando el culto a la Eucaristía.
En el monasterio de Maubeuge, en Neustria (hoy Francia), santa Aldegunda, abadesa, en tiempo del rey Dagoberto (c. 684).
En el monasterio de Chelle, en el territorio de París, en la Galia (hoy Francia), santa Batilde, que, siendo reina, fundó un cenobio bajo la Regla de san Benito, al estilo del monasterio de Luxeuil y a la muerte de su esposo, Clodoveo II, gobernó el reino de los francos. Cuando su hijo asumió el poder, se retiró al citado monasterio, viviendo hasta el fin de sus días bajo la observancia de la Regla.
En Edessa, de Osroene (hoy Turquía), san Barsimeo, obispo, que en tiempo del emperador Decio fue azotado por su fe en Cristo, pero terminada la persecución y liberado de la cárcel, dedicó el resto de su vida a gobernar con total entrega la Iglesia que tenía encomendada (s. III).