En Roma, en el cementerio de Domitila, en la vía Ardeatina, santa Petronila, virgen y mártir (s. in.).
Celebran hoy: Petronila.
Ver másEn el relato de la Visitación, san Lucas muestra cómo la gracia de la Encarnación, después de haber inundado a María, lleva salvación y alegría a la casa de Isabel. El Salvador de los hombres, oculto en el seno de su Madre, derrama el Espíritu Santo, manifestándose ya desde el comienzo de su venida al mundo.
En Camerino, del Piceno, en Italia, beata Bautista (Camila) Varano, abadesa del monasterio de clarisas fundado por su mismo padre, donde experimentó grandes tribulaciones, pero también consolaciones místicas.
Junto a Comana, en el Ponto, san Hermias, soldado y mártir (s. III).
En Nicosia, en Sicilia, beato Félix (Jacobo) Amoroso, religioso, que después de haber sido rechazado durante diez años, finalmente ingresó en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, desempeñando humildísimos oficios con sencillez e inocencia de corazón.
En Forlí, en la Emilia, beato Jacobo Salomoni, presbítero, quien, de adolescente, fallecido su padre e ingresada su madre en las monjas cistercienses, distribuyó sus bienes entre los pobres y entró en la Orden de Predicadores, donde resplandeció durante cuarenta y cinco años dotado de insignes carismas y como amigo de los pobres y hombre pacífico.
En el pueblo de Bellegra, en la comarca romana, beato Mariano de Roccacasale (Domingo) Di Nicolantonio, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que cumpliendo el oficio de portero abrió la puerta del convento a los pobres y a los peregrinos, a quienes atendió en todo con suma caridad.
En París, en Francia, beato Nicolás Barré, presbítero, el cual, siendo maestro de teología y célebre director de almas en el espíritu del Evangelio, fundó por toda Francia las Escuelas Cristianas y de Caridad, así como las Hermanas Maestras del Niño Jesús, para la educación gratuita de niños pobres.
En el lugar de Mityana, en Uganda, san Noé Mawaggali, mártir, que, siendo servidor del rey, iniciada la persecución y rehusando impávido emprender la fuga, ofreció voluntariamente su pecho a las lanzas de los soldados, quienes se lo atravesaron estando colgado de un árbol, hasta que entregó el espíritu por Cristo.
En Toulouse, en la Galia Narbonense, san Silvio, obispo, que comenzó la construcción de una basílica para acoger dignamente el sepulcro de san Saturnino (c. 400).