San Vicente Ferrer, presbítero de la Orden de Predicadores, que, de origen español, recorrió incansablemente ciudades y caminos de Occidente, solícito por la paz y la unidad de la Iglesia, predicando a pueblos innumerables el Evangelio de la penitencia y la venida del Señor, hasta que en Vannes, de la Bretaña Menor, en Francia, entregó su espíritu a Dios.
Celebran hoy: Vicenç, Vicente, Vincent.
Ver másEn Montecorvino, en la Apulia, san Alberto, obispo, que dedicó su vida a la oración continua y a buscar el bien de los pobres.
En la ciudad de Palma, en la isla de Mallorca, en España, santa Catalina Tomás, virgen, que, habiendo ingresado en la Orden de Canonesas Regulares de San Agustín, destacó por su humildad y la abnegación de la voluntad.
En el monasterio de Grande-Sauve, en Aquitania, san Geraldo, abad, que desde el monasterio de Corbie fue elegido abad de Laon, pero más tarde, después de peregrinar varias veces, se retiró a la espesura del bosque, donde fundó su monasterio.
En Tesalónica, de Macedonia, santa Irene, virgen y mártir, que, por haber ocultado los libros sagrados en contra de la prohibición del emperador Diocleciano, fue conducida a un lupanar público y después quemada por orden del prefecto Dulcecio, bajo el cual también sus hermanas, Ágape y Cionia, habían padecido juntas poco antes.
En Kaufbeuren, junto al río Iller, en Baviera, beata María Crescencia (Ana) Höss, virgen, que ingresó en la Tercera Orden de San Francisco y procuró comunicar a los demás el fervor del Espíritu Santo, con el que ella misma ardía.
En Fosses, de Brabante, santa Juliana, virgen de la Orden de San Agustín, que fue priora de Mont-Cornillon, junto a Liège, y después llevó vida reclusa, en la cual, fortalecida con gracias especiales, promovió la solemnidad del Cuerpo de Cristo.
En Seleucia, en Persia, santa Ferbuta, viuda, hermana de san Simeón obispo, que, junto con su acompañante, fue martirizada en tiempo del rey Sapor II (c. 342).