Beata Imelda Lambertini

Religioso
En Bolonia, de la Emilia, beata Imelda Lambertini, virgen, aceptada desde muy pequeña como monja en la Orden de Predicadores y que, siendo aún joven, después de haber recibido de modo admirable la Eucaristía, entregó inmediatamente su espíritu. Patrona de los niños que van a hacer la primera comunión.
Celebración 12 de mayo Santos del día
Nombre Imelda es un nombre de mujer.
Nacimiento el 1322 en Bolonia en la actual Italia Santos nacidos en Italia
Muerte el 12 de mayo de 1333 en Bolonia en la actual Italia Santos fallecidos en Italia
Proceso
Beatificada el 20 de diciembre de 1826 por el papa León XII

Vida de Beata Imelda Lambertini (Hagiografía)

La beata Imelda Lambertini nació en Bolonia (Italia) en 1322. Siendo todavía niña entró en un convento de dominicas de la ciudad. Su mayor deseo era recibir a Jesús en la Sagrada Comunión, pero como no tenía todavía la edad prescrita para hacerlo, suplicaba a todos que la escuchasen, esforzándose constantemente por merecerlo llevando una vida de piedad y virtud.

Finalmente ocurrió que el día de la Vigilia de la Ascensión, mientras rezaba arrodillada, una hostia apareció por encima de su cabeza. El capellán se la dio. Un rato más tarde, cuando la priora fue a comprobarlo la encontró muerta pero aún arrodillada ante el altar. Por este ardiente deseo tan grande de recibir a Jesús en la eucaristía Imelda es la Patrona de los niños que hacen la Primera Comunión. Su deseo más ferviente era recibirla y murió de felicidad tras recibirla.

Fue beatificada en 1826 y su fiesta se celebra el 13 de mayo.

Poema escrito por Jacinto Verdaguer (1845-1902):

De Jesús sacramentado
Imelda está enamorada:
ante él se pasa las noches
del atardecer al alba.
Mas, ¡ay!, las pasa llorando,
de mal de amor y añoranza.
De su sangre tiene sed,
y hambre de su carne santa;

y no puede todavía
comer el pan de las almas.
Le falta un abril a dos
para ser de El enramada:
muy linda tendrá que ser
si tan grande Amor la enrama.

A las plantas de Jesús
llora la pobre novicia:
- Me dicen que por pequeña
no comulgo todavía.
Pues vos, ¡mi amable Jesús!,
¿por ventura no decías:
"Dejad que los pequeñuelos
vengan en mi compañía?"
¿No amabais vos a los niños?
¿No lo eriais vos, mi delicia?
Jesús, ¡compasión de mi,
que de amor me siento herida!
Si no me acudís bien presto,
no me encontraréis ya viva.

El día de la Ascensión
despierta antes que la aurora:
sale al jardín del convento
a cortar lirios y rosas.
En cada flor que recoge
pone un beso de su boca.

Dice: Al lado de mi Amor
hoy exhalarás tu aroma:
¿y yo habré de estarme lejos
habiendo de ser su esposa?
La campana del convento
al templo llama a las monjas;
ella su ramito lleva
y en el altar lo coloca,
donde quisiera quedarse
para aspirar los aromas;
no los que exhalan las flores,
sino Aquel que la enamora.
Como abejas al panal
se acercan a Dios las monjas:
ella comulgar no puede
y se está detrás de todas.
Ve cuál fluye aquella fuente
y ardiente sed la devora;
de aquellas aguas del cielo
beber no puede una gota
y en lágrimas y Suspiros
su corazón desahoga.
De manos del sacerdote
de pronto vuela una hostia,
y va hasta Imelda volando,
como blanca mariposa.
El sacerdote la sigue
y el copón bajo coloca
para que retorne al nido
el pichoncito de gloria.
Mas él volando, volando,
nunca desciende a la copa,
pues no quiere Separarse
de Su celestial paloma.

El sacerdote, inspirado,
lo pone a Imelda en la boca...

Ya tiene lo que ella quiere;
nada en río de delicias.
No pudiendo soportarlas
cae al suelo amortecida,
y cual cristal que se rompe
su vida al romperse... expira.
Imelda muere de amor:
¡bien haya el que quiso herirla!
Quien de tal modo la hirió
bien será su medicina.
Hoy cuando asciende a los cielos
la lleva en su compañía.
¡La primera comunión
le es Viático a la niña!