En Aguilera, en la región española de Castilla, san Pedro de Regalado, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, conspicuo por la humildad y el rigor de la penitencia, que fundó dos conventos, para que en ellos viviesen sólo doce hermanos solitarios. Patrón de Valladolid.
Ver másMemoria de la Bienaventurada Virgen María de Fátima, en Portugal. En la localidad de Aljustrel, la contemplación de la que, en el orden de la gracia, es nuestra Madre clementísima, suscita en muchos fieles, no obstante las adversidades, la oración por los pecadores y la profunda conversión de los corazones.
Celebran hoy: Fátima.
Ver másSirvienta romana en Trajanópolis, Grecia, quizás era la hermana de un senador romano. Arrestada por su fe, se las apañó para destruir la estatua de Júpiter antes de morir en apresada, torturada y martirizada.
En Maastrich, junto al Mosa, en la Galia Bélgica, san Servacio, obispo de Tongres, quien defendió con tenacidad la fe ortodoxa nicena acerca de la naturaleza de Cristo en controversias suscitadas en varios concilios (c. 384).
En Poitiers, en Aquitania, santa Inés (o Agnés), abadesa, que recibió la bendición de manos de san Germán de París y gobernó con inmensa y amorosa solicitud el monasterio de Santa Cruz de Poitiers.
En La Puye, de la comarca de Poitiers, en Francia, san Andrés Huberto Fournet, presbítero, quien ejerció como párroco durante la Revolución Francesa y, no obstante su condición de sacerdote proscrito, fortaleció la fe de sus feligreses, y al restablecerse la paz para la Iglesia, fundó, junto con santa Isabel Bichier des Ages, la Congregación de Hijas de la Cruz.
En el lugar llamado Goriano Sicoli, en los Abruzos, beata Gemma, virgen, que vivió recluida en una pequeñísima celda adosada a la iglesia, desde la que podía ver solamente el altar.
En Como, de Lombardía, beata Magdalena Albrici, abadesa de la Orden de San Agustín, que reavivó extraordinariamente el fervor de sus hermanas en religión.
San Juan Silenciero o silencioso, obispo de Colonia.