Nació en 1807 en Sallent (Barcelona, España). Se ordenó sacerdote y ejerció su ministerio con gran celo por toda Cataluña. Fundó la Congregación de los Misioneros del Corazón de María, conocidos popularmente como claretianos. Fue nombrado arzobispo de Cuba y después confesor de la reina Isabel II. Sufrío atentados físicos y muchas contradicciones que supo soportar con gran visión sobrenatural. Murió en 1870, en su exilio de Francia.
Ver másEn la ciudad de Como, en Italia, beato Luis Guanella, presbítero, que fundó la Congregación de los Siervos de la Caridad y también la de las Hijas de Santa María de la Providencia, para atender a las necesidades de los desamparados y afligidos, y procurarles la salvación eterna.
El Beato José Baldo, párroco y fundador de la congregación de las Pequeñas Hijas de San José, Pastor de almas que sobresalía en la piedad, la oportunidad de las enseñanzas y de las obras sociales, atento catequista de su gente, de cualquier edad y condición, realizó día tras día su programa de santificación con el firme propósito de tener "a Dios en la mente y en el corazón, a Jesucristo como modelo, y a María como auxilio".
En la ciudad de Nagrán, en Arabia, martirio de los santos Aretas, príncipe de la ciudad, y trescientos cuarenta compañeros, que, en tiempo del emperador Justino, fueron asesinados por Du Nuwas o Dun’an, rey de los himyaritas.
Cerca de Tongres, en el Brabante, de Austrasia, san Evergislo, obispo de Colonia y mártir, que en el ejercicio de su misión pastoral, mientras se dirigía a Poitiers, fue asesinado por unos malhechores (c. 590).
En Bretaña Menor, san Maglorio, que, discípulo de san Iltuto, sucedió a san Sansón como obispo de Dol y después llevó vida solitaria en la isla de Serk, según cuenta la tradición (c. 605).
En la región de Tours, en Neustria, san Senoco, presbítero, que construyó un monasterio en unas antiguas ruinas, mostrándose asiduo a las vigilias, a la oración y a la caridad hacia los siervos.
En Constantinopla, san Proclo, obispo, que proclamó insistentemente a la Virgen María como Madre de Dios, dispuso el solemne retorno de los restos de san Juan Crisóstomo a esta ciudad y, en el Concilio Ecuménico de Calcedonia, mereció ser llamado "Grande".
En el monasterio de Vertou, en el territorio de Armórica, en la Galia, san Martín, diácono y abad, al que san Félix, obispo de Nantes, envió para convertir a los paganos de la región (s. VI).
En Coutances, de Neustria, san Fromundo, obispo, que fundó el monasterio de monjas de Ham y ejerció sus funciones pastorales movido por el amor de Dios.
En Ronco all’Adige, en la región de Verona, en Italia, beato José Baldo, presbítero, que, entregado al ministerio pastoral, fundó la Congregación de las Pequeñas Hijas de San José, para atender a los ancianos y a los enfermos.
En Hué, ciudad de Annam, san José Le Dang Thi, mártir, que, siendo militar, fue encarcelado por ser cristiano y en medio de los tormentos a que le sometieron no cedió en su fe, dando testimonio ante sus compañeros de prisión, por lo que acabó estrangulado en tiempo del emperador Tu Duc.