En Cesarea de Palestina, san Pedro, apellidado Apselami o Balsami, mártir en tiempo del emperador Maximino, a quien tanto el presidente del tribunal como los demás asistentes al juicio invitaban a considerar su juventud, pero él desatendió estas indicaciones y demostró su fe en Cristo muriendo con ánimo esforzado en el fuego, como oro purísimo.