En el campo de concentración de Dzialdowo, en Polonia, beata María Teresa Kowalska, virgen de la Orden de las Clarisas Capuchinas y mártir, la cual, encarcelada durante la ocupación militar de Polonia, permaneció firme en la fe, alcanzando la vida eterna.
Violeta escondida, tan escondida que hasta se perdió el día de su nacimiento (que fue en 1902) y los nombres de sus padres y probables hermanos. Siendo ella joven, su padre fascinado por el socialismo ateo, emigró de Varsovia a la Unión Soviética.
Ingresó ella en las Clarisas Capuchinas en 1923, "con la conciencia de reparar la culpa de su familia, contagiada por el ateísmo", y tomó el nombre de Sor María Teresa del Niño Jesús. El 2 de abril de 1941 los alemanes irrumpieron en el convento y arrestaron a las 36 religiosas, que fueron llevadas al campo de concentración de Dzialdawo. "Yo no saldré ya de aquí; ofrezco mi vida para que las hermanas puedan retornar al convento". Murió el 25 de julio de 1941. Dos semanas después, el 7 de agosto, las hermanas fueron dejadas libres.